jueves, 24 de marzo de 2011

Somnífero.

Dedicado a Naoko, pues le duele la cabeza... ♥


Él se sentó a su lado y la contempló mientras estaba acostada. Tenía la mano extendida, y sujetaba la mano de ella, eran las nueve de la noche. Ella, estaba en la cama, ya preparándose para dormir, solo faltaba el somnífero, lo había olvidado y se dispuso a pararse pero...
-No te molestes, yo iré por él -Dijo su compañero, con una voz sutil y atenta.
-No te molestes...
-No es ninguna molestia. Espérame aquí. ¿Te traigo agua?
-Si eres tan amable, muchas gracias.
-No tienes que ser tan formal; comienza a contar ovejas, no tardaré. -Concluyó él.

Acto seguido, salió de la habitación sin hacer ninguna clase de ruido, sin mirar atrás, con un paso constante, y la espalda erguida; con la mirada al frente, y el orgullo en alto.
Entró a la cocina, sin prender las luces, conocía el lugar de memoria pues había vivido con ella más de seis años, y cuando él se fue, ella no pudo volver a dormir, no sin medicamentos.
Incluso cuando él iba a visitarla y pasaba las noches, y semanas con ella, las pastillas nunca podían faltar. Ella no dormía para poder pensar más en la falta que él le hacía, y cuando estuvo de vuelta, comenzó a pensar en la falta que le hizo y en los errores inexistentes que hicieron que se alejara.
Sacó el vaso de cristal de una puerta de madera guiándose únicamente por sus recuerdos, todo estaba oscuro. Lo sostuvo y abrió la llave a su mínima potencia, para no generar ningún ruido que pudiese perturbarla a ella. Llenó el vaso lentamente con la mirada fija en el grifo de metal, con mucha paciencia, y con una sonrisa apenas dibujada y muy borrosa en su rostro, una vez terminó de llenarlo pasó los dedos por la llave, apenas la rozó, y el agua dejó de caer. Con la mano libre se acarició el cabello y lo retiró de su rostro acomodándolo detrás de sus oídos, aunque volvería a la posición original después de unos minutos.
Él, le decía a ella que la amaba, que la seguía amando, y todos le creían, ella también le creía a pesar de todo el pasado oscuro que (literalmente) no la dejaba dormir en las noches. Y él también creía desde lo más profundo de su corazón gangrenado y rodeado por hiedra venenosa que la amaba, que la amaba a su manera.

Se detuvo en el comedor, y sacó un frasco de plástico de su maleta, que estaba en la silla que daba contra la puerta, la misma silla en la que siempre había estado. La cerró sin hacer ruido, y la metió en el bolsillo de su pantalón, fijándose que no hiciera ruido con las llaves.
-¿En qué lugar tienes las píldoras? -Preguntó.
-En el baño, al lado del grifo, es el único frasco que hay, es de color naranja traslucido. -Respondió ella somnolienta.

Él se apresuró a entrar, abriendo la puerta con sutileza como un gato caminando en los tejados, y destapó el tarro con cuidado, y sacó el de su bolsillo, depositó varias píldoras en aquél que se encontraba en el baño, y dejó una para ella, y volvió a guardar el frasco, con el mismo cuidado que la vez anterior.
Lo volvió a cerrar, con cuidado, cogió la píldora y entró de nuevo a la habitación, ella lo esperaba con los ojos entre-cerrados, y con una enorme sonrisa en sus labios, era sincera, pero ocultaba una enorme tristeza, la que siempre había estado ahí desde que él se fue, la que creció cuando él volvió, hasta dejarla a un paso de la muerte, pero con un perfecto estado de salud. Ella lo sentía así, pero quería aferrarse a la vida porque él estaba con ella una vez más. Por eso trataba de no llorar, y despertaba con la almohada mojada y sus labios con sabor a sal.

Él se volvió a sentar, dejó el vaso en la mesita de noche, sin pronunciar palabra, acarició su rostro, y su cabello, con mucho cuidado de no lastimarla, y besó cada uno de sus ojos, para que pudiera dormir, ella sonrió; él le cerró los ojos y le dijo que se concentrara en dormir, y le dio la píldora, ella, con la píldora en la boca comenzó a reír y...
-¡Déjame abrir los ojos, no puedo tomarme al agua acostada! -Dijo entre risas, y mordiendo un poco la píldora para no botarla.
-Tus deseos son mis ordenes.
Y la ayudó a parar, dándole el vaso y ayudándola a tomarlo hasta la última gota, pues ella decía que la píldora tenía un sabor horrible que nunca antes había sentido, y después quitándole el vaso de las manos, y poniéndolo en su lugar de nuevo.
-Es que eres demasiado mimada, en realidad. -Agregó él mientras ella hacía un puchero y volvía a su posición para dormir.

...Y puso sus labios en su sien, dijo que permanecería así hasta que se durmiera, y acarició su rostro lentamente.
-Te quiero... -Dijo ella con la voz entre cortada.
-Preocúpate por dormir y dime que me quieres de nuevo al despertar, pues no me iré de aquí.
-Pero... tú...¿Me quieres?
-Tú ya sabes la respuesta.
-...
-Pero sí, te quiero.
Ella sonrió, le gustaba oírlo siempre antes de dormir. Él sonrió también, pero su sonrisa dibujada con un lapiz demasiado fino, no duró demasiado y su rostro volvió a ser tan neutro como siempre.
Acariciando su rostro, ella finalmente se fue al reino de los sueños, mientras su alma escapaba al reino de los muertos y el oxígeno dejaba de fluir, y su piel perdía temperatura muy rápidamente. El somnífero mortal había hecho efecto, y él, sin hacer ruido, para no despertarla de su sueño mortífero, se fue muy despacio, con una nueva sonrisa dibujada con carbón.

Él decía que la amaba, y en verdad se sentía así. Sin embargo, se engañaba a sí mismo y a todos los demás como todos los mentirosos nos vemos forzados a hacer.
Él había vuelto, pues cuando se fue sólo se había llevado sus sueños y esperanzas con él, pero, él quería más, quería su vida como ella se lo había jurado frente al altar. Él había regresado para llevarse con él todo lo que le pertenecía, y ahora dejaba el lugar una vez más, desolado, mientras el cadáver que dormía plácido derramaba una última lágrima entre sueños... pero ella no iba a despertar esta vez con el gusto a sal en sus labios.
Él durmió mejor que nunca, y nunca en toda su vida volvió a dormir también, por fin, después de diez años, había matado a esa persona que odiaba desde la primera vez que besó.

2 comentarios:

  1. *-*
    El amor es efímero pero el odio duradero... :3
    waaaa genial la forma en la que escribes, al final, creo que ella sabía que todo iba a terminar así...

    gracias por dejarme leerlo ^-^

    ResponderEliminar
  2. Buenísimoo, algo totalmente hermoso, un final absolutamente perfecto, te felicito me encanta como escribes. un gran abrazo

    ResponderEliminar