"que no está muerto lo que yace eternamente... y con el paso de los eónes incluso la muerte puede morir " Howard Phillips Lovecraft.Sonaron relámpagos, se iluminaba el cielo, después, venía el silencio, y todo volvía a quedar totalmente oscurecido.
Siguieron las gotas, una por una, aumentaron de velocidad, y quebrantaron el silencio. Humedecieron el césped, la tierra... las flores muertas, y el asfalto. Las flores se rompieron, pétalo por pétalo fueron cediendo ante la tormenta, y la tierra se volvió débil, engañosa, el agua marcó el relieve de los epitafios, cada letra estaba cubierta de agua. Todas... menos una frase, en una tumba en particular. "aquí mora eternamente". La palabra permaneció seca, y cuando la lluvia pasó, vino el silencio.
Yo no podía dormir, tenía pesadillas desde semanas atrás, observaba el cementerio desde la ventana, hasta que el sueño acudiera a mi, me cobijase, esta noche aún no había pasado, y la lluvia iba y venía, y cuando parecía detenerse por completo, volvía a comenzar, hasta que, a las 2:51, reinó el silencio total... por unos segundos, pues un estruendo sonó en lo más profundo del cementerio, algo se quebró, sonó tan duro que lo pude oír dese mi ventana. Venía de la parte más profunda en él, donde estaba la lápida de mi difunta esposa.
Me puse zapatos rápidamente, ignoré que me encontraba en pijama, y el frío que suele hacer en la ciudad a esta hora, también ignoré que estaba enfermo. Todo coincidía con mis pesadillas. El instinto de encontrar la verdad suele ser un gran enemigo del hombre, si esta verdad, va más allá de la naturaleza.
Bajé rápidamente las escaleras del edificio, abrí la puerta, y entré al cementerio, las rejas oxidadas que suelen tener un gran candado estaban abiertas; obra de los profanadores de tumbas, pensé. Es muy común en esta ciudad, y época del año, que los satanistas entren a robar huesos para sus rituales. Pero este no era el hecho, no había nadie ahí, aparte de mi.
Corrí rápidamente hasta la parte de más atrás, donde estaba su tumba, el pasto húmedo era engañoso, y la tierra lodosa me atrapaba los pies, no podía moverme con facilidad, y las ansias crecían rápidamente. Como quien encara sus temores con una venda en los ojos; no sabes qué estás haciendo, pero sabes a qué te estás enfrentando.
La tierra parecía temblar al ritmo de mi corazón que latía fuertemente, y los búhos en los árboles miraban hacia mi con sus ojos brillantes como salidos de otra dimensión; también habían cuervos, era común verlos, pero no solían acercarse, aún así, me atacaron. Resbalé, me golpeé el rostro con una lápida, casi perdí el conocimiento, pero, a pesar del dolor me mantuve en pie.
Veía rojo, la sangre de mi cabeza había pasado por mis ojos, bajado hasta mis labios, y manchado mi cuello. Debía verme tétrico, pero no le di importancia a limpiarme, de todas formas nadie iba a verme.
Creo que era una herida demasiado profunda, no dejaba de sentir las gotas caer en el suelo, al menos esto detuvo un poco mi corazón acelerado, que de lo contrario, se habría salido del pecho. Tal vez la adrenalina me calmó un poco, pero, aturdido como estaba, no pude ver que el epitafio en su tumba ya no estaba, hasta que fue demasiado tarde.
Estuve parado en la tierra rodeada de Gardenias, tal vez por cinco minutos, o un poco más, con la mirada perdida, ya había llegado al final del cementerio pero no veía lo que estaba buscando, y estaba comenzando a marearme. Esto no era bueno.
Miré hacia el suelo, vi las gardenias marchitas y despedazadas, ahora también llenas de sangre. Puta mierda. ¿Qué estaba pasando? Ese sin duda era el lugar... sin embargo no había nada. Esto era distinto a mi sueño y sin embargo, demasiado parecido...
Ya pensaré en algo, me dije, y entorpecido por la belleza inexplicable de aquellas rosas muertas, me agaché a recoger los pétalos.
Tenía tres o cuatro pétalos en la mano, totalmente masacrados, como si mi sangre y la lluvia estancada fueran una especie de veneno, me perdí en ellos, y súbito, un estruendo rompió la noche, y literalmente, la tierra.
Una mano como salida del inframundo, clamando por mí, quien no era bienvenido en la tierra de los muertos, sujetó mi mano con una fuerza descomunal, era una mano putrefacta, la piel se sentía arrugada, como cuando tenemos la mano demasiado tiempo en agua, y la piel estaba podrida, en ese momento, sonó el cielo, respondiendo al llamado del cementerio, y un trueno iluminó el lugar, pude notar que, en efecto, era una mano que salía de la tumba. Tenía un color grisáceo con algunas partes verdes, muy pálidas. Mierda, mierda, mierda.
Su fuerza no era nada de este mundo, ni de ningún otro, tenía un agarre increíble, sentía que me rompía la muñeca. Me haló hacia el suelo, y mi cara se llenó de lodo, y la sangre que manaba de mi herida, mojaba el lugar, estaba en un charco de sangre, lluvia y lodo. Pero ese no era mi mayor problema, obviamente.
La mano hizo presión hacia abajo, y me fracturó la muñeca, pensé que todo había pasado, pero después de eso, la mano aferrada a la tierra, comenzó a emerger lo que estaba más allá.
Totalmente en silencio, casi a punto de entrar en shock, sin posibilidad alguna para gritar, vi salir de la tierra el resto del brazo, igualmente pútrido, el codo no tenía piel en él, era un hueso, lejos de ser blanco, y muy corroído. Después del primer brazo, salió el otro. Era el brazo derecho, y pude fijarme bien que en la mano, hacían falta dos falanges del dedo izquierdo. Los otros dedos tenían la piel podrida, casi cayéndose. Tragué saliva. Volvió a llover. El espectro dejó de hacer presión, corrí.
Me alejé tanto como pude de aquel lugar, tal vez no podía verme, no sabía, no importaba, de igual forma, mi mente estaba saturada de dudas, de muchos pensamientos, y de los impulsos nerviosos generados por el dolor en mi cabeza y mi mano fracturada.
El mareo era demasiado, volví a caer, perdí la consciencia por unos minutos. Cuando recobré el conocimiento, la lluvia había cesado, y la sangre también había parado de salir, de todas formas había perdido mucha. Toda mi camiseta estaba empapada, mi rostro estaba lleno de lodo, no era buen síntoma, se iba a infectar la herida, y no podía usar mi mano derecha. Mierda.
Me levanté lentamente, y, cuando comencé a alejarme con el paso torpe que tenía, un grito congeló mi sangre. Un grito gutural que envidiaría cualquier cantante de metal perforó el lugar, el cielo, un poco más despejado, me permitía ver mejor, y ya me había acostumbrado a la oscuridad. Cerca a un árbol, vi que el cadáver había salido por completo de su tumba, y podía hablar, gritar; de hecho. Lo hacía con ferocidad, era un grito de hambre.
Segundos después, el suelo comenzó a temblar, y cada ave que aún quedaba, voló tan rápido como pudo, ahora, no había ser vivo cerca a mi. Estaba solo. O más bien, acompañado de algo que volvió del más allá, algo que alguna vez besé en el altar.
De la tierra salieron brazos, de forma sincronizada, de cada tumba en el lugar, también comenzaron a emerger. Aún, parte de mí pensaba que era una broma, sin embargo mis ojos me mostraban lo contrario, y una vez más en shock, no me movía.
El Zombie avanzó hacia mi a una velocidad impresionante, cuando pude reaccionar, me sujetaba por el cuello en contra de un árbol, gritó una vez más y mis oídos sangraron. Mierda.
Su cabello se había caído casi por completo, y el que quedaba, ya no era negro, era gris, y se veía bastante maltratado, totalmente ausente de vida, como una antigua muñeca. Su nariz faltaba, no había nada allí aparte de un gran espacio negro, y la cara, era pálida, pero tenía muchas partes expuestas de carne, eran de un rojo opaco, que despedían un olor nauseabundo, sin duda los gusanos se habrían dado un festín.
El orificio del ojo izquierdo estaba totalmente vacío, temí que saliera un gusano de él. No pasó. El derecho, era totalmente blanco, carente de vida, de color, carente de absolutamente todo. Era la definición perfecta de ausencia, y aún así, sentía que apuntaba directamente a mi alma. El escaso cabello que quedaba cubría los orificios de los oídos, que también faltaban, y su quijada estaba desprendida. Aún así, y como por magnetismo, podía cerrarla y abrirla, de lo cual me di cuenta una vez volvió a rugir.
Era algo inhumano ciertamente, nadie podría hacerlo así. Su boca se había abierto al menos 15 centímetros. Faltaban la mayoría de los dientes, pero aún se conservaban los colmillos, incisivos, un par de pre molares, y 3 muelas. La nausea volvió a mi contemplando este espectáculo atroz.
El rugido duró casi 15 segundos, y a este paso, los demás ya estaban terminando de salir, como si se conociesen, se agrupaban en una horda.
Su lengua, estaba intacta, y aún había salivación. Puta mierda, qué cosa más rara. Había ausencia de piel y exposición de varios huesos en el resto del cuerpo, no pude ver mucho más, pues apenas acabó el rugido, y como con un instinto asesino, mordió mi brazo.
El dolor era brutal, nunca había sentido algo así, ni siquiera un perro mordía tan duro, estaba aferrada a mi, trataba de golpearla, sin embargo permanecía inmóvil, pesaba tan poco... y aún así tenía más fuerza que tres o cuatro hombres. Sus labios morados se llenaron de sangre y me desmallé del dolor.
Desperté en el suelo, el espectro tenía las manos al rededor de su rostro que estaba inclinado, con la espalda arqueada y 'mirando' hacia el cielo. Las manos encima de la cara dejaban gotear la sangre que había extraído de mi. La sangre la bañaba, y goteaba de la boca hasta el suelo directamente. Yo estaba a punto de morir, y los demás Zombies se habían aproximado lo suficiente para disfrutar de mi. Todos tenían aspecto similar, a algunos les faltaba un brazo, unos dedos; otros no tenían una pierna y se arrastraban. En todo caso, tenían un solo propósito: acabar con mi vida.
Traté de pararme y correr, no pude hacerlo, una mano agarró mi pierna, traté de arrastrarme, me aferraba a la vida con la fuerza que un roble se aferra a la tierra, me cogí con una mano del árbol para que no me halaran, dislocaron mi pierna. Todo estaba perdido, habían llegado hasta mi. Como hienas disfrutando de una nueva víctima me rodearon, sentí más de 5 bocas mordiéndome fuertemente, de forma sobrenatural, los gritos se ahogaban entre los rugidos inmortales de los Zombies; estaba desangrándome, mordieron mi mano, y de repente, cuando ya habían devorado casi todo de mi, se apartaron. Caminaban erráticos a la salida del cementerio, y pensé que podría morir en paz. Me equivoqué, aquella mujer que un día amé, ahora, como un monstruo, volvió a levantarme del cuello con un solo brazo. Estuve elevado unos veinte centímetros del suelo, la miraba fijamente al rostro ensangrentado, deseaba morir con prontitud, el dolor ya no era un factor relevante para mi. Mis sentidos estaban entorpecidos, la perdida de sangre y las mordidas me habían dejado al borde de la muerte, y ya me había desmayado un par de veces.
Después de un último rugido, me acercó a ella, y mordió mi cuello, mientras moría pensé: 'al fin voy a descansar...' pero fue un pensamiento que no duró demasiado, sabía que me iba a convertir en uno de ellos. Estaba condenado.
Cesó el flujo de sangre de mi cuello, y mis ojos perdieron su luz rápidamente, se cerraron... morí. Hubo silencio.
permanecí botado en el suelo del cementerio profanado por incontable tiempo, sin vida, sin sangre, sin calor; muerto.
...No está muerto quien yace eternamente; el silencio en el cementerio se profanó una vez más para dar inicio a una nueva masacre, de aquél que fue presa, y ahora es depredador; más allá de las leyes de la vida y los confines de la naturaleza.
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N/a: Una vez más, y porque quien es caballero repite, para la señorita Ale Leopard. ♥
Hi men, me gusto el escrito. Esta interesante.
ResponderEliminarEsta mañana me dio por hacer uno tambien de zombies, aunque mi estilo es un poco diferente...
Lo invito a que pase y lo lea, esta noche lo publicare en el grupo.
http://true-ironic.blogspot.com/2011/03/helena.html