viernes, 13 de enero de 2012

Luna

Entonces él miró al cielo una vez más buscando las estrellas, y se dio cuenta que había una masa blanca, redonda, luminosa; perfecta. Era la luna. Él ya no vivía en un cielo sin luna. Él ya no tenía que nadar una cascada ascendiente. Él ya no estaba solo y ya no sangraría por desesperación, había dejado de marchitarse. No habían estrellas cayendo del cielo nocturno como meteoros en sus sueños.
Sus palabras dejaron de ser crudas y grotescas, y tenían un lugar de procedencia y un destino al cual llegar, y lo cumplían: llegaban al corazón de ella. Aliviaban por unos instantes sus llantos silenciosos. Ella sonreía. Él sonreía, sentía que ella era feliz.
Él despertó de su pesadilla y al abrir los ojos vio que la luna seguía ahí, y aunque ella había abandonado su lugar en la cama, y todavía lo sentía tibio, todavía olía a ella, él sabía que las estrellas la guiarían de regreso.
Él suspiró. Se sentía incompleto, pero sabía que valía la pena esperar, y una vez más, se quedó mirando a la luna y las estrellas, pues esta vez se quedarían en el cielo: permanecerían.
Él supo que cuando le dijo a ella que era la luna, no había pensado en las noches de luna nueva, cuando ella estaría ausente. Él suspiró nuevamente y antes de girar en la cama aún cálida, recordó que al igual que la luna, ella seguiría estando ahí.

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jer jalan atthirari anni.

lunes, 9 de enero de 2012

Fábula

I wrote this to cheer you up.
I wrote this, to make you smile.
This, is for you, my moonlight.

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Existió una vez, una abeja que pasaba todo el tiempo en el panal, cuestionándose qué era la felicidad, sin embargo, no obtenía respuesta. Cansada de estar encerrada en el panal, y de estar encerrada en una idea incompleta, decidió abandonar su colonia y encontrar una respuesta aunque le costara la vida.
La abeja sabía que aunque solo viviría un día más, y que no volvería a ver a la reina, ni a probar el sabor de la miel, se alejó del panal con un nudo en la garganta.

La abeja voló muy alto, creía que si se encontraba en frente al sol, la luz le daría sabiduría, pero mientras subía, sintió cada vez más frío en las alas y vio el cielo lleno de nubes, y supo que no había forma de encontrar la luz, pues grandes nubes tapaban su camino, y decidió bajar.
Pensó después que si veía su reflejo en un lago cristalino, podría encontrar su verdadera esencia, y el significado de la vida, y por tanto, el significado de la felicidad. La abeja voló muy lejos por la pradera hasta llegar a un gran lago, pero al llegar, las nubes en el cielo dejaron caer pequeñas gotas de briza, y en lugar de verse reflejada, vio una imagen distorsionada de sus franjas amarillas y negras, y viéndose forzada a protegerse de la lluvia, abandonó el lugar. 
La abeja estaba empezando a desesperarse, le quedaba poco tiempo para concluir su búsqueda, porque cuando decidió salir, gran parte del día había pasado, y el atardecer estaba cerca, sintiéndose desesperada, pensó que la felicidad era descubrir el mundo, y quiso recorrer todo su entorno, ir más allá de los confines de su mente. Así pues, voló a toda velocidad hasta llegar a un pueblo, y vio humanos por primera vez, al descubrir que le temían y se alejaban mientras movía las alitas graciosamente, sintió una profunda sensación amarga en el fondo de su corazón. Además. ¿por qué esos monstruosos seres gigantes la miraban de esa forma, y hasta trataban de golpeaerla?
Muy triste se dijo a sí misma que la felicidad era hacer eso para lo que habías nacido, y buscó la flor más cercana para extraer el polen y llevarlo al panal, y así después de estar entre cera y cubierto de miel, ella y su familia podrían comer. Entonces recordó que el panal estaba muy lejos, y que no alcanzaría a llegar con vida.
Habiendo abandonado toda esperanza, decidió simplemente deambular hasta el último momento, lejos de su familia, y aún más lejos de su respuesta.

Encontrándose casi afuera del pueblo, vio que una abeja perdida y con poco tiempo de nacida estaba intentando escapar de un humano muy malo, que trataba de matarla a toda costa. La abeja voló a toda velocidad, y diciéndole a la abeja bebé que escapara, picó al humano en el cuello, sabiendo que moriría después de eso, y que, de todas formas, faltaba menos de media hora para su muerte.
La abeja se sintió más feliz que nunca, aunque sentía dolor, pues, aunque nunca supo el significado de felicidad, y estaba lejos de todo cuanto conocía, supo que ser feliz no estaba relacionado con su entorno, ni con el significado de la existencia... en sus últimos segundos, la abeja supo que la felicidad es esa sensación que llena nuestro ser, cuando estamos seguros de haber hecho lo que dicta nuestra alma; de haber seguido al corazón.

En cuanto a la abeja bebé, encontró su camino al panal, y todos en la colonia festejaron el regreso de la pequeña cría de la reina que se había extraviado momentos después de nacer.