lunes, 18 de abril de 2011

Doppelgänger

N/a: Quiero que sepan que escribí esto mientras escuchaba a http://nyan.cat/ por ende, podría no tener coherencia alguna. Y me disculpo por eso.

Después del último corte, me aparté con sutileza. No quiero arruinar mi traje, no es fácil conseguir atuendos en esta época, la depresión ataca Alemania. Lo último que quiero es, que mi pasión me lleve a la penuria. Porque en todo caso, la una existe para acabar con la otra.
Unas gotas de sangre salpicaron en mi bota. No importa, la lluvia la diluirá hasta que no haya rastro alguno de ella.

Las calles de Múnich, tenían una fascinación inexplicable. Me hechizaban. Especialmente si, como en este momento, se encontraban vacías. Así debía ser en una madrugada lluviosa, supongo; eso pasaba por mi mente mientras, con un pañuelo de seda blanco, limpiaba mi daga. Siempre era el mismo procedimiento: cortes en arterias, con la misma daga, untada del mismo veneno que paralizaba a las personas, y después la limpiaba para que no se atrofiara con la sangre. Mientras pasaba el pañuelo, miraba a la víctima.
Sus ojos siempre mostraban alguna expresión característica, siempre la misma; tristeza, mezclada con duda y desesperación. Y es que todos los que habían muerto bajo mi daga tenían algo en común: eran amigos muy cercanos a mí, más que algunos familiares, o eran familiares, en efecto. No sentía nada además de placer, veces satisfacción.

No tengo recuerdo alguno, de lo que era mi vida, antes de hace 6 meses. Nada, a parte de mis víctimas. Sabía todo acerca de ellos, sin embargo, no había una sola imagen en la que yo estuviese presente. Sabía donde vivía, pero preferí no volver. Nunca los volví a ver, y al parecer ellos no estaban molestos con dicha situación: de todos los que he asesinado, ninguno se mostró sorprendido al verme, pero cuando sintieron su carne desgarrarse, la cara de duda se apoderó de ellos. Las lagrimas corrieron por su rostro. Estoy seguro que si hubiesen podido hablar, sus gritos desesperados habrían destrozado mis oídos, y los de ellos también.

Una vez acabé de limpiar mi daga, la guardé, y, me agaché con mucho cuidado. Deposité junto a mi moribunda madre, una rosa blanca, para que se tiñera con su sangre. Una lágrima inexplicable, hecha con sangre y veneno, salió de mi rostro, tiñendo el corazón de la rosa, cuando estuvo cerca a su cuello, ya estaba marchita, como mi vida misma, una rosa muerta, para mis recuerdos muertos, y para el último vínculo que tenía con este mundo: mi madre. Pues, solo quedaba ella: ya los había matado a todos, y solo hasta este momento, el placer se mezcló con amargura, la cual se desvaneció con la sangre que corría diluida con lluvia.

Me paré, y con la frente en alto, di media vuelta. Allá a más o menos 20 pasos, se encontraba una figura muy familiar para mí. Dicha imagen, era yo. Yo me miraba a lo lejos. Yo tenía el rostro desfigurado. Yo trataba de procesar la escena en mi mente, sin éxito. Yo me veía a mí mismo después de haber matado a mi madre. Yo acababa de matar a mi madre. Yo me estaba mirando mientras yo descubría que yo estaba al frente de mis ojos. Yo estaba desconcertado, y quería una explicación. El yo que estaba lejos de mí, se acercaba, con paso constante y odio mortal. Yo, y mi otro yo, irradiábamos muerte de los ojos. Yo por generarla, y él por observarse generándola. Yo, no sabía cuánto tiempo llevaba yo parado observando todo. Yo, solo tenía una respuesta. Aquél parte de mí que tenía una daga y había acabado con todo lo que había tenido desde mi nacimiento, era en realidad un Doppelgänger. Yo era el otro yo, y había acabado con la vida de alguien que, ahora, y a manos de sí mismo, ya no tenía absolutamente nada, a parte de la mirada perdida del cadáver de su madre, que seguía desangrándose bajo la lluvia...

N/a número dos:
Dedicado a:
Teff, pues es mi clon.
Ana, pues a ella le gusta este tema, y supongo que, querrá ver una versión mía de él (Aunque suene presuntuoso, y probablemente lo sea)
por último (pero no menos importante (?)) a Naoko & Leopard, porque siempre leen cada cosa que escribo, y generalmente escribo para ellas, en esta noche de lluvia y luna llena, no voy a hacer excepciones.

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