viernes, 18 de junio de 2010

Nada más que un simple cuento.

Fundida mi alma con el aroma de los robles comencé a sentir como decendía, flotaba lentamente como la pluma de un ave, cuidada por las corrientes de viento, las cuales la hacen volar muy lento y muy lejos, buscando arritmica un destino incierto.

Baje desde el inicio de los cielos, arruyados por las dulces y cálidas melodías de los agujeros negros, hasta que realmente algo me dijo que toqué fondo, lo pude sentir. Cai en tierras ásperas, aridas, y arenosas. Las sentia en mi piel, hiriéndome, asfixiándome, haciendome recordar que aún estaba medio vivo, medio muerto, medio tendido en un lugar difuso escondido del espacio y el tiempo, medio desesperado por salir de ahi, medio recordando que mis alas y piernas estaban rotas, y no me podría levantar de ese lugar.

Me vi desesperado. Sabía que no era mi final, pero no saldría de ahi, aún peor, seguiría sintiendolo indefinidamente. Cuando toda esperanza había acabado, el terreno arenoso se comenzó a abrir, comence a undirme, como quien pisa arena movediza, sin ninguna intención de luchar me dejé absorver por la calmada corriente, no tenía ninguna intención de seguir ahi, además el esforzarme por salir solo haría el enterrio más rápido y desesperante. Entonces segui desendiendo. Cuando creí que por fin podría morir, el suelo se abrió, y volvi a decender.

Al volver a caer, mi cuerpo se golpeó suaemente por algo que parecían ser plumas, en realidad solo eran los deseos inclunclusos de la gente, y los sueños que no se cumplieron, materializados ahi en lo que parecía ser el final de todo. Su textura era suave, y calida, pues estaban cargados por la esperanza de la gente, sus creencias más puras, por un momento comencé a sentirme revitalizado, mi cuerpo absorbía la esperanza de todas aquellas plumas, pero así como aparecieron, también se comenzaron a desmaterializar, volviéndose partículas cada vez más pequeñas y siendo expulsadas hacia arriba por una corriente de aire que realmente pensé, no existía en este lugar.

Me encontré suspendido en la nada, sin poder sentir, sin poder pensar, viendo la vida y la muerte trascurrir ante mis ojos. Los cerraba, y cada vez eran intervalos más largos de oscuridad. Comencé a abrir los ojos lentamente, y veía algo brillar. Pude ver una figura pequeña junto a mi.

¿Una rosa? Pensé. Si, una rosa, una rosa congelada y pálida junto a mi, brillaba con luz propia, nadie podía verla, nadie podía sentirla, solo yo pude ver su gratificnte explendor.



Comencé a mover mi brazo lentamente, lo estiré hasta poderla alcansar, su belleza inmaculada no podía ser deleitada solo con mis ojos, queria sentir la textura de tan majestuosa figura. Creo que mi dedo indice la alcansó a tocar, pero no tuve oportunidad de sentir cómo era exactamente, pues en ese mismo momento, en apenas una micra de segundo, todo el hielo se desprendió de ella, su color palido se volvio opaco, y se marchitó hasta podrirse, su color era negro, tan negro como mi alma, como si mil años hubiesen pasado en ella, después de apenas unos segundos de haber muerto, se redujo a polvo, y se alejó también.

El tiempo pasó sin apenas importarme. Junto a él vino la lluvia y el frio, un frio cadavérico, agónico, furioso. La lluvia, acompañada de vientos huracanados, arremetían contra mi, golpeandome sin parar una y otra vez, la humedad llegaba a mis labios, la resequedad desaparecía, la deshidratación se estaba iendo. Nunca sentí nada parecido a aquel instante en el que el frio mortífero curaba mis heridas. mis piernas se podían mover otra vez. Mis opacas alas negras habían recobrado su fuerza, se desplegaron poderozas mientras aún seguía en el suelo del fondo del vacio. No, no estaba revitalizado. La vida misma me daba debilidad, estaba cada segundo más proximo a la muerte, ella me traía poder.

Pasaron meses, años tal vez de lluvia incesante, intensa, en ningun momento su poderoza fuerza paró de golpearme, de acariciar mi pecho, de pasar sus dulces gotas por mis labios, mi cara, mi cabello, nunca el viento dejó de hacerme compañía, nunca el frio me hizo olvidar que aún existia, pero que era solo cuestión de tiempo para que dejara de hacerlo. Cada vez más muerto, cada vez más ido, cada vez más extinto, cada vez más, más, más, aún más desaparecido.

Suvitamente, la melodía del aire y el agua desapareció, mientras un hueco en el vacio se abría. Vi aparecer una figura en llamas, saliendo del éter, el verde y mistico éter, la quintaescencia, donde habita la luz, y el tiempo se vuelve particula.

Extendió su mano hacia mi. Entonces la pude reconocer ¿Un fenix? Algo así, pero era una mujer. Su cuerpo y sus alas en llamas, tan incandecente como el sol, y tan cálida como sus propias llamas. Ciertamente, pensé que era un ángel. ¿Por qué un ángel ayudaría a un Demonio? Yo, quien oculté la luna y destruí las estrellas. Yo, quien exilié la luz, del firmamento y la tierra. Yo, quien despojó a los bardos, de su voz y sus poemas.

¿Angel? Debía pensarlo otra vez. No lo era, solo era una mensajera, la más antigua de todas, era ella, la misma muerte. Vi por fin, que mi final había llegado, así que, se lo pregunté, ella acintió, y extendió su mano. Mi sangre se evaporaba, y mis dedos se quemaban, más caliente que el mismo fuego, mucho más que el sol y sus llamaradas.

Una ultima sensación, una ultima estocada. Acercó, mi cara a la suya, y senti, quemarse mi corazón, incinerarse mis alas, incendiarse mis cuernos, derretirse mi carne, evaporarse mi sangre, en llamas estaba mi cuerpo. Ven -Dijo- La muerte es tuya. Junto a un ultimo beso.

Acerqué mis labios, esperando sentir como todo por fin terminaría, y regresaría al lugar del cual nunca debí salir, justo cuando su respiración asesina estaba a centimetros de acabar con todo lo que alguna vez fui, y volverme a mi una leyenda, aquel que despojó al firmamento de sus estrellas; justo cuando sabía que nada podría salvarme y estaba finalmente satisfecho... en ese momento desperté. Agitado y con sudor, en la oscuridad de mi habitación. Realmente senti finiquitada mi vida, comprendi que la muerte tan hermosa como se había presentado ante mi, no era más que la conclusión, de otro efimero sueño.



Gracias al frio y la lluvia quienes me dieron inspiración. Gracias a Fernanda Cano, que me hizo recordar cuan relajante era escribir, cuando lei su blog.
Lo comencé a escribir hoy, más o menos a las 6 o 6:30 de la tarde. No se me ha ocurrido un nombre aún espero que aparesca pronto -Siempre he sido malo para los nombres-.

1 comentario:

  1. Waaaaa me encanto!!... realmente te quedo precioso, además de ser la primera ves que me dejan una dedicación tan bonita :D gracias, espero llegar a escribir como tu lo haces y que mis textos lleguen a tener tanta transcendencia en nuestros pensamientos, sentidos y sentimientos!!!

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