miércoles, 29 de diciembre de 2010
Un último primer beso.
domingo, 31 de octubre de 2010
Reminiscencia de un alma errática.
... ¿y qué podría decir de aquella noche?
La oscura bruma yacía posada en el cielo nocturno, mientras la luna iluminaba mi somnoliente estado casi humano, casi muerto, casi irreal. Recuerdo que caía una suave lluvia, generaba un cántico etéreo que adornaba tenuemente aquél paisaje para algunos terrorífico; para mí encantador.
Las hojas del roble, se veían de un color verde oscuro, casi negro, por la oscuridad que solo la luna hacía que no fuese absoluta, repiqueteaban las gotas en cada una de sus hojas, en cada rama. A veces habían corrientes de viento, entonces la lluvia corría diagonalmente: también se mojaba el tronco. El césped, a sus pies, no estaba a salvo, las gontas resvalaban, todo estaba húmedo, empapado. cada centímetro del parque, cada teja en el techo, cada suspiro invisible, cada caricia inexistente en las tristes almas de aquellos que paseaban solitarios: sin afán.
Mi alma, también estaba empapada de la lluvia, pero no había tristeza en mí, no quedaba nada. Nada, salvo el recuerdo de una figura que no existía más que en mi mente -eso creía yo- algo que habiá venido a mí en una pesadilla. Sus negras alas como un ángel de la muerte tapaban el sol en mi sueño, lo oscurecían, como si fuese un eclipse.
El tiempo seguía pasando inequívoco, insensible. Imperturvable. Solo la melodía multivariable del rocío me permitía saber que no estaba atascado, ya no se veía gente. Solo un espectro asomado por la ventana de un antiguo castillo, pero no me podían ver en la oscuridad. No hacía parte del paisaje; mientras pensaba que, todo había acabado por esta noche; que el embrujo de la luna ya no me tenía en trance, que la mágia del espectáculo estaba próxima a terminar... justo como la aparición estelar de la muerte en la cadencia de la vida, en el más claro matís de la existencia... apareció el artífice de mis pesadillas, aquél demonio alado.
Me encontré desvariante e indefenso; perturvado, sí, pero a la vez fascinado. Sin importar cuan real fue mi sueño, con qué detalle estaban marcadas las facciones de él, y cuán perplejo me había dejado, llegando a dudar de la realidad, temiendo dormir para no encontrarlo otra vez, sabía que estaba en la realidad en este momento: ningun rayo de sol podría despertarme.
Sus ojos de color negro como la profundidad de un lago, y de expreción vácua, distante... y sin embargo, tal vez por mi sugestión, parecían fijados en mi. Era la mismísima mirada de la muerte.
La inquebrantable armonía de la melodía caótica de la lluvia, fluía ahora acompañada por sus gritos, el inconfundible sonido de aquel cuervo... ese que indicaba venir por mi: buscarme. Incluso si no entendía, creía entender. Incluso; aunque hubiese reinado el silencio, su sola mirada era suficiente. El sonido infernal solo lo reafirmaba... me mostraba su inexorable astucia, la proximidad de mi final en aquella noche fría y lúgubre cubierta por la bruma del cielo. Nadie recordaría que pasó, aquél espectro en la ventana que nunca nadie vio simplemente dejaría de estar ahí.
En efecto... era la misma muerte; el era la muerte. Había venido a llevarme, y yo, lo había soñado. Sus plumas humedecidas parecían muy pesadas, pero él obviamente seguía su vuelo circular sin ningún esfuerzo. Como la gracia de las olas golpeando la arena blanca de las playas griegas, haciendo espuma inmaculada; así era su vuelo perfecto. Cada pluma, cada centímetro, de su ser, atraía la poca y mortecína luz de la luna como si fuese un agujero negro, nada aparte de él captaba mi atención ahora, hasta que interrumpió el círuclo perfecto de su vuelo esquemático: se dirigió casi perdido, casi difuso; errático, hacia mi, y tal como pasó en mis sueños, me fundí completamente en la oscuridad.
No recuerdo qué pasó después de eso, solo, nunca volví a ver la luz del sol. Nada que no fuese la luz de la luna me guiaba, las estrellas se apagaban a mi paso. No se qué pasó. Sólo pude ver aquél demonio alado de frente aproximarse; después de ello perdí la consciencia, me fundí con la oscuridad.
El espectro estático de la ventana, por fín se desprendió de aquellos marcos de madera que se podría con el paso del tiempo... es lo único que puedo decir. Después de iterminables lunas, y varios inviernos, comprendí simplemente que el cuervpo no era más que un mensajero de la muerte: quedas liberado de aquél castillo abandonado, fantasma. Pero jamás dejarás este lugar, vagarás cada noche quebrado y vacío por esta ciudad, solo acompañado por el sonido de la lluvia. Entonces comprendí, que ese demonio no era nadie más que yo, y que aquella pesadilla solo fue premunisión; que al igual que aqué cuervo, viajaría cada noche asustando otras almas perdidas, escondido y cobijado, por la inminente oscuridad, esa oscuridad que no era más que el reflejo de mi alma, la que alguna vez ocupó un cuerpo, la que ahora viaja incorpórea...
Y bien, Nat: siempre que suele haber una maraña en mis pensamientos y se revuelven como una densa nube difusa en la que irremediablemente nada puede salir, ahí estás tu para darle claridad a mi mente. Después de unos segundos, todo es tan claro como el reflejo de la luna en un manantial. Esto es para ti, muchas gracias.
Réquiem de las llamas
Suena una pequeña orquesta en la bruma de la noche, y todo el silencio desaparece: se va junto a la oscuridad, la cual es precedida por el frío. Todos los matices de la perpetua noche van desapareciendo lentamente a su paso.
El incansable sonido se intensifica hasta llegar a mis oídos; ante mi se hace presente algo tan antiguo como la misma oscuridad, y tan fuerte que es capaz de consumirla... y solo el vacío extinguiría su furia.
La orquesta furiosa del fuego que arde llena mis oídos, suena la leña saltar hasta convertirse en la más ínfima expresión de la existencia en el planeta y aún negro y carbonado, sigue reluciendo la pasión del rojo vivo que soporta el calor infernal de aquél fuego incesable que se ha apoderado de una nueva velada. Este bosque en el que descansaba, tan negro como las otras noches, y frío como el ártico, ahora se ha convertido en un portal directo hacia el averno.
Hasta el último ápice de paz ha sido devorado esta noche, y hasta la luna se tiñe de color carmesí que el fuego inmaculado hace rugir como salido de la garganta de un dragón.
El espectáculo del cielo que pareciera de atardecer por sus interminable gama de colores y la bruma como de madrugada generados por el humo, se unen al compás del réquiem infernal. El verde se vuelve negro lentamente precedido por el rojo que lo consume fieramente.
Hasta el poderoso y soberbio roble del cual nacieron las runas, está siendo consumido por el demonio que ataca esta noche. Y yo, el espíritu del bosque, lo contemplo todo desde el balcón donde yacen las estrellas. Veo mi hogar ser devorado por aquél titan, y huelo el aroma de la sangre de los animales que se evapora... el olor de la madera quemada se mezcla con la sangre, y yo, inmerso en la poesía caótica del fuego consumiendo todo cuanto conocí, no puedo hacer más que contemplar el momento... un poco fundido con él, un poco sabiendo que soy el viento y solo avivo el calor; un poco melancólico por perder mi hogar. Y demasiado excitado para poder pensar en algo más que aquél hermoso calor, que tiñe la tenue noche; quitándomelo todo.
Las horas pasan como segundos, y el espectáculo ha llegado a su final. Dejando todo en oscuridad nuevamente, y una gélida luna escarlata; opaca por las nubes, pero con suficiente brillo para iluminar aquel cráter necrótico tapizado de ceniza, en donde alguna vez viví.
Llegan entonces los vientos del norte, y decido bajar de mi pedestal para fundirme con la ceniza de todo lo que representaba mi existencia... pues solo aquél bosque mantenía vivo mi recuerdo.
Una vez impregnado cada gramo de ceniza, siento el viento fluir, y me desplazo con el aire que está perfumado por el aroma del roble del cual nací una vez, hasta desvanecerme en las tórridas ventiscas, hasta desaparecer...
N/a:Esto lo escribí ayer, mientras esperaba que llegara una amiga. Hace unos días le dije a Nat, que iba a escribir algo para ella, porque me mostró un escrito suyo; y me encantó. Y bien, aquí está.
Sin nada más que decir, espero que les guste.
Feliz Samhain para todos.
miércoles, 29 de septiembre de 2010
Acerca de este pútrido Blog.
Fanie:
¿Por qué la mayoría de tus escritos se tratan de silencio, mujeres derramando una sola lágrima y sangre? No mal interpretes, me gustan mucho todos.
Mi respuesta:
No me había dado cuenta de lo de las lágrimas ahora que lo dices; en todo caso... creo que todos hablan de la misma mujer, enmarcada en personajes diferentes, y well, la sangre, tal vez es porque es algo que me fascina; a la persona que iban la mayoría de esos escritos le fascinaba también, y le solía escribir a ella sobre eso. Porque a los dos nos encantaba la idea de morir, y bueno.. ¿Por qué una muerte estéril y sin gracia en una clínica o una cama con mucha senilidad? Yo preferiría en todo caso una muerte con sangre, sentirla correr lento, sin presiones, con calma, la sangre fluyendo cálida y lenta, mientras se acerca a la muerte... También hay frío casi siempre, ¿Por qué? Porque me encanta, quisiera morir desangrándome en el hielo, y ver como éste se va tiñendo con mi sangre. Pero supongo que son cosas que nunca pasarán, y well, he dejado de escribir como lo hacía antes por... no se, además de aquella escritura tan monotemática mía, tu sabes; las cosas cambian, la gente cambia, la inspiración desaparece y well... Como era de esperarse, todo se quedó en palabras en un blog monótono y mal arreglado que -casi- nadie lee, en todo caso; no estoy triste por eso, solo recalco la ironía de las cosas, y vuelvo a acariciar la idea de morir en batalla con una espada -cosa que tampoco pasará-
Parece que le estuviera hablando a esa persona, pero no, te comento a tí y como raro me extiendo en las cosas.... debería aprender a hacer un resumen, y omitir las cosas subjetivas o irrelevantes, perdoname.
Se me olvidó agregar: El último -Dämmerung- es para una persona totalmetne distinta. Obviamente, este último dato es igual de irrelevante que toda la demás información aquí plasmada.martes, 21 de septiembre de 2010
Dämmerung
En verdad... ha pasado tanto tiempo; pero lo recuerdo, como si hubiera sido ayer. Ah, aquella noche. Cada vez que veo la luna, un impulso nervioso me recorre y estoy de nuevo en aquella habitación. Inexorablemente, siempre en el mismo lugar, solo una vez como partícipe, todo un siglo como observador.
No se si es alguna especie de castigo, no se si a esto le llaman karma. En todo caso, era para mi, un placer tan grande e intenso, que aveces llegaba a lastimarme. Me desesperaba en ocaciones, como me desesperaba en otras cuando todo se estaba acabando y la sombra de la ilusión se iba desvaneciendo, y yo volvía a la realidad.
La lúgubre sala, era debilmente iluminada por la luna, una luna llena y perfecta como la de esta noche, su luz entraba grácil por entre las ventanas sin cortinas, el intenso tono negro que rodeaba aquella pequeña sala, ahora se tornaba gris. En realidad, nuestra vida giraba en blanco y negro. Pasaba en blanco y negro; acabaría en blanco y negro.... ¿o no?
Los rayos de luz de la luna, eran aún más fuertes que los del sol en verano, o así me parecía. En todo caso, el metal de los cuchillos y los candelabros de la mesa, reflejaban aquella luz. La daga los reflejaba también. Las copas, transparentes e inmaculadas, podían reflejar, en cambio, el color de tus ojos..., que tal vez, si hubiera sido un poco más temprano, se habría visto de su color original, un violeta místico, no como otro gris más profundo, como sucedía en este momento.
¿Podré algun día, encontrar las palabras para definir, qué sentía en ese momento, y qué sentí después, con total exactitud? Lo dudo... aún así, sigo haciendo todo lo posible.
Mientras el sonido del cielo adornaba el entorno, oía los débiles suspiros que salían de tus labios, como poemas camuflados entre la bruma. Y una vista aún más inquietante que la mísma escena del comedor la ventana la luz y los reflejos, era observar tu cuello. Aquél cuello en el que fluía la pasión, eso mismo. La sangre traducida en pasión, me pedía a gritos que la tomara, me imploraba que la bebiese, y tal vez... la lujuria fue más fuerte que yo. Me pareció una idea sencillamente encantadora. ¿Cómo podría decirle que no? Aquella era la bebida que se encontraba en el caliz prohibido del deseo. Aquella, era la llave de la libertad. Aquella; era nuestra entrada al bosque del olvido.
Mientras contemplaba la idea, una y otra vez; un sonido rompió el silencio de la noche. Era el llanto de un cuervo, imnótico y poderozo. Su canto me advirtió de cuan sabia era la desición, -hazlo- decía y yo; no hice más que obedecer a mi institno. Sigo preguntándome si aquél cuervo era mi subcosnciente, o si en verdad estuvo ahí.
Recuerdo haberme deslizado como una sombra, haber posado mi mano sobre la tuya,haber subido lentamente desde tu muñeca hasta tu hombro, subí lentamente hasta el cuello.... y con mi otra mano, desvié tu cara hacia la mía, te besé. Nos fundimos en un beso tan profundo como la oscuridad del universo; entonces, rápidamente, mientras la mágia efímera del último beso mortal duraba, desgarré lentamente el cuello con mis dedos, sentí como se rasgaba la piel, tuve la segunda sensación cálida de toda la noche: La primera habían sido tus labios, la segunda era tu sangre en mis dedos.
Mientras hacía el corte, se escapó el más apasionado suspiro que haya sentido. Creí que el universo nacería de nuevo después de esto; ¿No fue así?. Rápidamente, sin perder un segundo, pero con la misma delicadeza que habia subido, baje mis labios hasta tu cuello, y lo mordí, para crear una insición mayor, para poder beber.
Por pirmera vez en la noche, y en realidad, en mucho tiempo; hubo un color además de los negros grises y blancos: el profundo carmín que emanaba de tu cuello hacia mis labios y manchaba tu piel, era ahora dominante en aquella lúgubre habitación, y mientras tu me dabas un suspiro en el que fluía tu vida hacia mi, yo; te daba el abrazo de la muerte, el gélido beso que te llevaría más allá.
Mientras los dos nos fundíamos en ese ligero hilo entre la vida y la muerte, fuimos transportados al bosque del olvido. Un bosque que solo habitaría en nuestros seres incorpóreos, en nuestras mentes inmortales. Porque al igual que el bosque, nuestra existencia había sido olvidada hace mucho. Y ahora; ni siquiera existíamos, no en esa dimensión de la que acabábamos de salir, por lo menos.
El mágico y arcano bosque del olvido, estaba abajo del cielo de la noche triste, abajo de una luna carmesí; rodeado de nubes de suspiros, adornado por las melancólinas estrellas violeta de lo más recóndito del universo, iluminado por tus ojos, protegido por el fuego azul y la aurora boreal.
Sigo sin saber cuanto tiempo ha pasado: no existe en esta dimensión. Mientras más nos adentramos en el bosque, más olvido mi vida de mortal. Solo recuerdo mi inexistencia junto a tí, solo ella tiene significado. Lo he olvidado absolutamente todo. Menos, claro; aquél recuerdo de esa noche que me viene a la mente junto a la luna, en la que nuestra vida a blanco y negro dejó de existir, cuando fue adornada con tu enigmática sangre carmín.
viernes, 3 de septiembre de 2010
Sin titulo.
Aún así, siempre estabamos ahí, aunque nada cambiara, nosotros tampoco lo hacíamos, lo único distinto era la posición de las agujas del reloj. Ese gran reloj viejo en la pared del fondo, no sabíamos cuanto tiempo llevaba ahí... tampoco sabíamos cuánto tiempo llevábamos nosotros ahí, solo sabíamos de manera incosciente del abrumador peso de la realidad. Pero nos negábamos a verla... hasta el momento que decidí, dejar esa pequeña máscara de fingida felicidad que llevábamos el uno para el otro y ví más allá.
Ahora, consciente del sonido inagotable del reloj, ese viejo reloj que seguía cada segundo, como siguen moviendose las estrellas en el cielo, no hacía nada más que hacerme desear fundirme en mis pensamientos, su sonido desesperante, me invitaba a fundirme en la mente: analizar nuestra triste existencia.
Llevábamos mucho tiempo juntos, o tal vez, no mucho, solo el suficiente. Da igual, en todo caso, ahora que me ponía a pensar en ello y veía adelante del velo en el que vivíamos me había dado cuenta de algo: éramos como dos fichas de domino. Eso me hizo alegrar por un momento pero, después fui más allá, y descubrí algo un poco peor: Eramos dos fichas totalmente diferentes, no había forma en nosotros de encajar, no había lugar en esta lúgubre habitación para que pudiesemos existir los dos al tiempo. Los dos lo sabíamos, pero esa era la realidad que habíamos decidido evitar, y tratar de inventar otra realidad más complaciente pero aún más debastadora con el paso del tiempo. Tal vez... la rutina y la monotonía serían un lazo más fuerte que el que podría haber si fuesemos fichas iguales. Estábamos equivocados.
Mientras mi mirada estaba perdida en las agujas del reloj y él seguía indicando que el tiempo no se había detenido, y tu mirada buscaba en mi como si fuese un libro, tratando de explciarte qué estaba pensando, volví a la dimensión de la cual nunca debí salir; la habitación, ahora, con un conocimiento frío y crudo del cual huimos por indeterminado tiempo, no podría volver a sonreír de la forma ingenua que lo había hehco antes, tal vez... ese amor era real pero estaba enfermo y condenado, y su condena eramos tu y yo.
Una de las dos velas que nos brindaban la poca luz que teníamos se apagó, y entendí que con ella... se había apagado también la máscara que llevé por tí todo este tiempo. Un destello de cordura: Un acto racional, a media luz como estábamos ahora, y con la duda invadiendo tu rostro, me di cuenta que la única forma de salir de esta mentira sería la muerte. Y yo ya estaba muerto, muerto como ese amor enfermo que teníamos tu y yo, el cual se desvaneció con la vela, y con la máscara, y con la sonrisa de mi rostro, dejando en el tuyo una pequeña lágrima. Una fría y triste lágrima de inquietud, de soledad... Porque, estábamos al lado tu y yo pero, estar cerca a alguien no es lo mismo que estar acompañado... y lo único que pudimos ver claramente en esa reducida habitación, era que habíamos estado solos todo este tiempo... Que la pesadilla en la que el lobo había devorado al cuervo se había vuelto realidad. El lobo era ese reloj, era el tiempo, era la habitación, eran los segundos que no se detenían, eran los besos rotos, eran los tristes silencios, eran los suspiros restringidos, era nuestra realidad maldita, era aquél dominó. El lobo era ver a través de tus ojos y entender que como cualquier otro amor, necesitaba un imposible, y ese imposible éramos tu y yo. El lobo era, después de todo, el puñal que estaba sobre la mesa. Y el cuervo era nuestro amor enfermo y quebrado.
El silencio. Un suspiro. El reloj. La luz. La oscuridad. Tu. El puñal. Las horas. Los días. Los recuerdos. Un final.
Sin nada más que decir, sumergidos en la amargura del adiós, te entregué la salida de esta pútrida dimensión y espacio tiempo en el cual nos habíamos encontrado. Cogí el puñal y me acerqué lentamente, sabías que iba a pasar pero no hiciste nada, lo estabas esperando desde el momento en que la lágrima salió, tal vez llorabas porque estabamos al lado del otro pero no estabamos juntos, y después de este momento, ni siquiera eso tendríamos... Ni siquiera habría otra persona al lado de nuestra soledad. Lo entendí, las lágrimas fluyeron de mi también y nublaron mi vista, pero no mi determinación, la desición estaba tomada y esta vez si tenía oportunidad de hacer algo. Esta vez no sentiría la frustración de no poder apaciguar tu dolor, de no poder secar tus lágrimas, de no darle calor a tu corazón. No sentiría la frustración de no ser el mismo tipo de ficha que tú, la frustración de estar aquí atrapados, de no poder salir e ir hacia el hielo, de no poder morir congelado por hipotermia estando a tu lado. La frustración de no poder eliminar la tristeza, de alivianar el sufrimiento. La frustración de saber que te amo y me amas, pero que el imposible en esta historia somos tu y yo. La frustración de seguir oyendo el sonido del reloj.
Mientras se apagaa la última vel,a que tal vez estaba ligada a tu vida, apuñalé tu cuello, desgarré tu corazón, una puñalada por cada manecilla en el reloj. Me quedé simplemente observando que te ibas para siempre, por mi culpa, que ahora, ese reloj sonaría cada vez más duro, mostrándole a mi cerebro la imágen de tu recuerdo. Un último beso roto, un último suspiro para nuestro amor quebrado. Mientras mis manos se teñían de carmín, de rojo oscuro, y mi alma alumbraba con la intensidad de una luna carmesí, tus labios se teñían de azul, y tu piel perdía color. El fuego en tus ojos se apagaba, tus labios tomaron forma para decir unas ultimas palabras, con tu voz apagada y moribunda con un último esfuerzo, una delicada despedida, un hasta luego, un corto adiós. Pero en ese momento la muerte te abrazó.
Tal vez al morir no importe que no seamos la mísma ficha en el dominó. Tal vez, solo tal vez, después de morir, no tengamos que compartir la soledad, porque tal vez... Solo tal vez, después de morir y volvernos incorpóreos, ese roto amor de suspiros restringidos, tenga un lugar en esa dimensión, tal vez, solo tal vez, en el reino de la muerte los equívocos e imposibles tengan un lugar... Por eso te mato hoy, para que te encuentres en el más allá, con mi necrótico corazón.
jueves, 12 de agosto de 2010
... El cuchillo desgarra tu cuello. Tu ausencia desgarra mi alma.
No se cuanto tiempo ha pasado. En efecto, deje de pensar en él, ya no importaba; no había a dónde llegar puntual, o impuntual, a dónde moverse. No importaba si salía el sol o se desbanecía la luna. No importaba nada.
He visto nacer la luna incontables veces, siempre nace como con desprecio hacía mí. Me he dado cuenta que las estrellas dejaron de brillar como lo hacían antes: Con gracia. Ahora lo hacen por obligación. O por lo menos, eso es lo que me muestran a mí cuando me decido a observarlas. Los demás siempre dicen que se ven cada día más hermosas. Claro.El sol es más brillante y caluroso cada día; el frío desaparece, me siento como en un infierno, aunque la gente cada día se vista con más ropa, como huyéndole al frío inexistente. Tal vez, es que todo el frío está concentrado en mi corazón y mi alma; y por eos no lo puedo sentir. Pero sigo sintiendo cada vez más fuerte el calor de tus labios junto a los míos, aunque ya no esten aquí. ¿O sí están?
La luna no volvió a ser roja. Las estrellas perdieron su belleza; el frío desapareció, todo se fue, sin dejar rastro. Se fue junto a tí.
Tal vez por eso estoy aquí parado mientras llueve, aunque hay neblina por el choque térmico, parece lluvia ácida para mí: Me quema. O tal vez no. Tal vez me quema tu ausencia, aún así; me estoy quemando, cada día más, cada día más lentamente, cada día irremediablemente.Creo que la gente que de casualidad pasa a píe me mira entre la niebla con cara de: Pobre hombre, me tienen lástima, y yo les digo que no se preocupen, que es inútil; que es suficiente con la lástima que me tengo yo mísmo: es demaciada.
Y te decía, sin saber cuanto tiempo ha pasado, cuantos inviernos que parecen veranos, y cuantos veranos que parecen el interior d eun volcán han pasado, nunca te dije qué pasó; para eso estoy aquí. No porque me sienta desesperado -¿O sí?-. No porque crea que si lo hago volverá el frío, se que no volverá; porque se fue de la mano contigo. Tal vez es sólo que me siento demasiado solo, y me vea obligado a hablarle a una tumba. O tal vez, no había reunido las fuerzas de venir a decirte qué pasó. Tal vez, y solo tal vez, la fuerza que reuní cuando te maté era toda la que podría existir alguna vez en mi; junta.
El cielo era una hermosa mezcla entre azul oscuro y gris; las nues eran densas, las estrellas brillaban elegantes, y la luna, tenía el color -aunque desbanecido- de un vino, Malbec tal vez, con un ligero tinte rosado. Y tu, -porque aunque no parezca, yo lo sé mejor que tú- Te veías hermosa. Tus mejillas estaban un poco sonrojadas, el rubor era tal vez por el clima, tus ojos brillaban, irradiaban hermosura, tus labios de color natural, tenian un ligero encantamiento en ellos que me enloquecía, y el negro te quedaba sencillamente precioso. Traías un listón rojo para detener el cabello, el cual, como si nada, se seguía moviendo impulsado por el viento que soplaba alegre: No te hacía caso.Tus uñas, negras también, parecían como un espejo de mi alma, más oscuras que el mar, contrastaan muy bien con tu color de piel. Y había algo en ti que simplemente me enloquecía aún más que de costumbre. Tal vez por eso, me decidí a actuar, no sé. No sé.
¿Sabes? Creo que algo se comió nuestra voz mientras caminábamos a casa, porque no pronunciamos palabra alguna. Mano a mano caminábamos mecánicamente, aveces nos mirabamos a los ojos, otras veces te abrazaba y caminábamos así hasta estar a punto de caernos; los dos sabíamos cuando parar y seguir caminando con normalidad. La sonrisa en tus labios era suficiente para saber: 'Te vas a caer, y yo contigo, es suficiente' Y después de un corto -pero mágico, como siempre- beso, seguíamos nuestro camino. Tal vez pensabas en qué pensaba yo. Y en lo único que pensaba no se te habría pasado jamás por la mente: Pensaba en ti.Yo... pensaba que tú pensabas en qué pensaba yo. Lo sabía,
En verdad, ese listón en tu cabello me hacía pensar: El rojo te va muy bien. Pero ya no estaba ahí, lo quitaste porque no estaba haciendo su labor, medio enojada. Yo sonreí con un ligero toque burlesco, y acaricié tu rostro, moviendo tu cabello detrás de la oreja; te sonrojaste, te abracé. Un último beso antes de caernos.
Al caer se ensució mi ropa, pero no importaba; siempre estaba sucia, caiste encima de mí así que no te pasó nada. Sonreiste diciendo: ¡TE LO DIJE! yo simplemente te ayudé a parar, y me golpeé la cola para sacudir el polvo. Me miraste con cara de: Yo te ayudo, después te reíste como diciendo: En realidad no te ayudo, y seguimos caminando: Llegamos a casa.
Entraste, prendimos las luces y fuiste a la habitación, mientras tanto yo puse algo de música; Lizt. Serví Merlot, y te esperé de píe todavía. Me quité los zapatos y los voté muy lejos para ocultar el apestoso olor de mis píes. No, es broma; fue por movimiento reflejo, costumbre, mis píes no olían a nada; Eso sí, rompí un florero... Menos mal los acordes de Yundi Li no te dejaron oir nada. Nada más que La Campanella obviamente, ya había cometido muchas torpesas hoy, bueno, no muchas; las mísmas -calculo- que todos los días, pero todos los días hacía muchas torpezas así que... En fin.
Traías tu Pijama, parecías Campanita, pero con el cabello negro. Saliste sonriendo, como pensando: ¡Rompiste un florero idiota! -creo- y un poco más sonrojada que de costumbre; tantos meses viviendo juntos, y aún te sonrojabas, ¿Había algo más adorable que tú? No. Y cuando intentabas hacerme ver, que segun tú habían miles de cosas más adorables; lucías aún más adorable.
En todo caso, aún no se por qué, te dirijiste directo a mi, con esa sonrisa cegadora y paralizante, y cruzaste tus brazos detrás de mi cuello, mordiste mi labio, el de abajo, hasta que salió sangre, y cuando tus labios se tiñeron de rojo, pasaste lentamente tu lengua por tus labios, recogiendo la sangre. Casi morí en ese momento. Muchas sensasiones al tiempo, todas relacionadas contigo. Al ver eso mi adrenalina subió; creo que la endorfina y testosterona también, y obviamente mis niveles de fenil-etil-amina estaban al máximo; todo gracias a ti. Eras como una especie de droga, y la droga te mata. ¿Entiendes? Ser mi droga, mi amor, mi todo, era una especie de suicidio. Un suicidio que habíamos aceptado los dos sin tituvear.
Mientras pasaba el tiempo, La Campanella había acabado, y ahora sonaba la 'Fantasia' Improntu, era un disco con una mezcla de Yundi Li que habíamos comprado una vez después de un recital de él.
Se acabó el vino. Fuí por más, me detuviste. Solo importabamos tu y yo en ese momento; y mientras estaamos así, entrelazados en ese abrazo infinito, besaba tu cuello; luego te decía al oido todo -en realidad no todo, solo lo que podía expresar en palabras- lo que significabas para mi. Suspirabas. Aunque lo hacía de forma muda, creo que los suspiros que viajaban desde mis labios, por tu cuello y tus oídos, te transmitían todo lo que quería decir: Seguíamos mudos.Cuando acabó la Fantasía fui por más vino, mientras tu tenías los ojos cerrados. En ese momento sonaba el Concierto para Piano y Orquesta No. 1 de Chopin, ¿Por qué comenzó por el segundo movimiento? No importaba. No te diste cuenta pero, cogí un cuchillo. La sangre iba demasiado bien contigo, y te había hablado de forma inconcreta innumerables veces de la muerte, de morir, y ese día era el momento en que mis palabras y mis actos encontrarían coherencia. Hoy me doy cuenta que prefiero ser incoherente. Pero ya es demasiado tarde.¿Sabes? No es tarde porque hayas muerto. Es tarde porque yo sigo vivo.
Te abracé por la espalda, te entregué la copa. Bebiste, las dejamos caer, no se rompiero por la alfombra. Mientras te abrazaba en un último beso; y tu cuello se mostraba hacia mi, irresistible y alargado, con el afilado cuchillo desgarré tu cuello, no del todo; de forma delicada. Pero había cortado la arteria. Te desangrabas, no dijiste nada, no dejaste de besarme. ¿Qué pasaba por tu mente en ese estado de consciencia alterado al perder 10% ~ 30% de sangre? Nunca lo sabré.Mientras el sabor de tu sangre inundaba mis labios, y el suelo, tu piel y tu pijama se manchaban de carmesí, la vida salia con el último beso por tus labios, al salir arrebató la mía, pero no lo hizo del todo: No le alcanzó el tiempo. Caiste muerta, junto a la última nota del segundo movimiento. Fue una muerte hermosa y simétrica. Pero incompleta; vuelvo a decir: Yo sigo vivo.
Creo que, en efecto eras veneno, y lo sigues siendo, solo que no hizo un efecto debastador en vida. Pero ahora, muerta, era in-imaginablemente destructivo. Te llevaste parte de mi vida al morir, ¿Por qué no la tomaste completa si era toda tuya? Tal vez no la viste necesaria en ese sendero de muerte... tal vez no era necesaria. Tal vez fue la mala suerte. O tal vez 'crimen y castigo' en verdad era una ley universal así como las termodinámicas.
Creo que alguna vez hace algunos años en Agosto del 2010 -¿Cuánto tiempo habrá pasado?- Te hablé de cómo sería mi vida sin ti. Estaba equivocado. No estaba ni cerca. Ni el 10%. Ni siquiera hoy, aquí, te puedo explicar cuan triste es vivir sin ti, a mi... no me queda nada. ¿Por qué? Porque tu eras mi todo. Hoy... solo puedo decir que no vivía para matarte. Vivía para morir contigo. Ahora no deseo morir, porque no puedo morir a tu lado. Ahora solo deseo despertar en otra realidad junto a tí. No importa si para morir, o para vivir todos los días: No importa. sólo importa estar juntos, solo importa que seas mi complemento, solo importa besarte una vez más, un último beso dividido en quincemil.
Todo está dicho, el ácido que cae me derrite. Me iré hoy, pero volveré mañana a seguir teniendo la ilusión que estas a mi lado. Que tu esíritu saldrá de la tumba y se robará mi soledad, te materializará con ella y estarás junto a mi. No va a pasar.
Hasta mañana, y hasta nunca, amor. Porque aunque muera en esta vida. Ya estarás demasiado lejos en el reino de la muerte, para que te vea algún día. Espero amanecer en otra realidad. Espero que sólo tú seas mi realidad. Espero que ese vacío que quedó en mi alma cuando te desbaneciste de esta vida, se expanda hasta que me desaparesca a mi también. Solo espero... Volver a susurrarte al oido: Te amo. Te amo. Te amo...
jueves, 22 de julio de 2010
El lobo y el cuervo.
Corvus Cryptoleucus. Un espécimen más, nada salido de la realidad, con una pequeña diferencia, él no quería dejar de volar.
Abrió sus ojos pálidos y expresivos. Denotaban soledad, mirarlos daba frío, se levantó por última vez del suelo; entonces comenzó a volar.
Búsqueda de soledad, de noche pasional, dejando un mundo terrenal, emergiendo hacia la fría inmensidad.
Cielo colorado, noche de luna llena, noche estrellada, luna de muerte eterna, muerte venenosa, muerte corrosiva, veneno de petalos y rosas, rosas nacidas en tumbas, matizando el sueño sepulcral.
El lobo que siempre acompañó al cuervo, lo miraba triste, lo miraba incierto, quería acompañarlo, moría por seguirlo, por volver a compartir, el frío intenso de sus interminables nevadas.
El cuervo miró atrás, le dijo que lo acompañara, pero el lobo no pudo ir. ¿Cómo podría volar sin alas?
Soledad eterna, les esperaba a los dos, despedirse era duro; ya no quedaba otra opción. El lobo rugió fuerte, expresando un adiós... esperó por si él volvía, pero al final nunca volvió. Pasaron meses y años; y el lobo se congeló.
El cuervo lloró su mente, la sintió en el fondo de su alma.
suspiró y siguió volando, hacia la ténue luz del alba.
Siguió su camino, de lenta asención.
recorrería al fin la galaxia, en busca de redención.
Lloró por la luna, cantó a las estrellas, pensando en el lobo, pensando en la tierra, en el mar, en el agua, y en la muerte tan bella.
El frío era intenso, el paisaje era oscuro, la presión era densa, y el horizonte inconcluso.
Estrellas fugaces, de calor incandesente, pasaban junto al cuervo, lo debilitaban lentamente.
El final del cuervo, al fin había llegado, chocó con una estrella, que lo desintegró rápidamente.
–Triste final dijiste despacio y te oí sollozar.
Aun no acaba querida, no me acabado de hablar, ten calma –te dije; suspiraré al terminar.
Quemóse su cuerpo. Rompióse su alma, dañóse sus alas, quebróse su cara.
Partículas y moléculas, volvióse el cuervo, expulsado del universo, desterrado de la galaxia.
Transportóse, Oh, pobre cuervo, a incontable distancia.
Llegó incorpóreo, a una nueva dimensión, donde no existía el frío, donde no existía el sol.
El cuervo, ya muerto, volvió a suspirar, pues ¿Qué vio? No vio nada menos; vio al lobo pasar.
¡Oh, lobo amado! , gritó sin pensar, te veo y no creo, que esto pueda pasar.
¿Qué es esto, dónde estamos? No puedo imaginar. Es la muerte; dijo el lobo, comenzando a llorar.
Paisajes ocultos, de deseos secretos, así era la muerte, de sollozos y destellos.
Cielo boreal, jardín glacial, por nieve cubiertos.
Suspiraron juntos, por fin satisfechos, esto era, sin duda, por lo que esperarían milenios.
Esto era, eternamente, el paisaje mortífero, donde sólo existían ellos.
Vino y veneno, armonioso inframundo.
disfrutaban, lobo y cuervo, bajo un clima nocturno.
Aquí no existe el tiempo, acá no hay final, esto es, querido cuervo, donde siempre quise estar.
Aquí era, lobo amado; donde viajaba en mis sueños, Es aquí, oh, cuervo negro, donde podemos descansar.
Juntos en un ultimo aullido, desgarrando el silencio, expresarn lobo y cuervo, un sentimiento etereo.
Con las almas desfragmentadas, sopló el fuerte viento, los separó inminentemente de su paraiso eterno.
El hielo juntó al lobo, el fuego unió al cuervo; se volvieron sol y luna, brillando en el firmamento.
En el paraíso ahora hay dia, antecedido por la noche, noche y día, estan cargados, de un ténue sentimiento.
Tristemente separados, esperan lobo y cuervo, la llegada de un eclipse, para juntarse un momento.
Cuando en el paraiso llueve, se dice; son las lagrimas de la luna, separada de su amor.... desde el nacimiento, hasta la sepultura.
Cuando hay lluvia de estrellas, se murmura que es el sol, que espera, ilusionado, re encontrarse con su amor.
El silencio cubre mi rostro, y se me escapa un suspiro, con un nudo en la garganta; un poco triste al fin te digo:
Terminé por fin, amor, la historia del lobo y el cuervo, el nacimiento de la luna y el sol.
Me miras agonizante, una sonrisa cubre tu rostro; la vida se te extingue, me ves como un ser ilusorio.
sostienes mi mano sin fuerzas, me mandas un beso de viento que me llega al corazón, dices que al igual que el cuervo al lobo... es momento de decir adiós.
Si volviera a nacer, desearía que fueras la luna, y que yo fuera el sol, para encontrarme con tigo en los eclipses, porque es preferible pasar 10 segundos con tigo... Que soportar una eternidad sin ti, y si en definitiva, llego a morir esta noche, quiero que sepas que me convertiré en cuervo y volaré al pie de tu ventana, para acompañar la soledad de tus noches quebradas eternamente, para llenar el vacío y encontrar mil razones, que ilumínen tu vida, que te hagan querer seguir adelante. Nunca busqué una razón para vivir, creo que no la tengo, de hecho, pero quiero que sepas, que si vivir necesita una razón y un por qué; eres tú, indudablemente, por quien sigo abriendo los ojos todos los días, aunque en mis sueños vuele libre, y en vida esté encadenado. Eres tú, quien hace que las cadenas que atan mi cuello, pierdan su peso y dejen de existir, por eso, cada mañana despierto vueto mierda, porque no estas junto a mi.
Dedicado a Miu, que siempre me da ánimos para seguir escribiendo. Dedicado a mi hermanita Chuu, que me dio la idea de escribir este poema, y obviamente, y sin dudarlo un segundo, dedicado a Tallulah
miércoles, 14 de julio de 2010
Parametros
No desplegaste más tus alas, las cerraste; te dejaste caer. Miraste hacia el cielo extrañando la leve brisa juguetona que acariciaba tu cabello cada día cuando despertabas y aún seguías en el aire, levitando.
Trataste de seguir adelante con la fortaleza que caracterizaba las estocadas difusas de tus alas contra el viento; pero la debilidad crecía más fuerte día tras día.
Tus parámetros quedaron rotos al instante en que decidiste ir más allá, abriendo intrepido y temerario las puertas del palacio abernal en donde habitó tu mente, en ignorancia pero con la ligera sensasión de gloria.
Esa gloria que se tiene al no saber en realidad, cuando piensas que estás en la cima, y te sientes indestructible; entonces, se abre un nuevo capítulo, donde el viento que cuidaba tus vuelos arremete contra ti de repente y quita el telón que tapaba el pequeño montículo de tierra en el que estas. Entonces, puedes ver ahora ¿Recuerdas tu majestuosa gloria? No era ni siquiera el primer escalón en la vertiginosa espiral sin final aparente que vez ahora.
En definitiva, saliste de Walhall para entrar a Helgates sin razón alguna, solo por curiosidad. Pero ahi se encuentra el Garmr, no puedes salir, no debiste entrar.
No te queda nada, encara tu destino, arremete contra él y busca el final, deja que te destruya, sientete destruido, olvida tus ancias por la muerte y desea vivir, transforma tu esencia, deja de ser tú, Entonces; no serás más quien pudiste ser indefinidamente, no eres más, aquel hombre que entró a su celda de hierro oxidado sin ser el responsable del crimen quien esperaba su pobre criminal.
Saldrás del pequeño agujero en el que entraste por necedad, y lentamente cada partícula se juntará otra vez, serás tu algún día, de nuevo, pero estarás marcado por la cicatríz de la incensatez.
No es sabio, no lo fue, y no lo será, darle un giro de 180° a tu forma de pensar. Nada que hacer, todo se perdió, o eso crees. Levanta la mirada y enfrenta tu destino, dejate llevar, añora el castillo lúgubre en el que una vez habitó tu alma. Al final, nada dura para siempre, ni la insensatez, ni la sabiduría, algunos dicen que la muerte.... nunca se podrá saber.
En todo caso: recuerda que fue tu decisión desobedecer tus parámetros, aprende a vivir, con tu penosa debilidad que corroe todo lo que alguna vez, fue la fortaleza misma, materializada en tu ser.
Escrito en un momento de aún más incoherencia de lo habitual, y por primera vez, aceptándolo lamentablemente; sintiendo debilidad. ¿Me volví vulnerable, o mi mente juega con migo pues ya no tiene nada más que hacer?
lunes, 12 de julio de 2010
Desvariante.
domingo, 4 de julio de 2010
Agonía congelada
lunes, 28 de junio de 2010
Verte morir
La luz fría de las estrellas alumbraba la noche tibia del verano de España. El aire pasaba fuerte contra mí, iba en contra de la corriente. Mi respiración estaba agitada, era normal, estaba nervioso, estaba asustado, y era la primera vez que iba a realizar un asesinato. Mientras mi paso seguía mi respiración se agitaba, mis pies estaban cansados. Preferí caminar de vuelta a casa, no estaba cerca pero quería pensar de ser posible. Si pensaba, había la posibilidad de volver atrás, de reconsiderar, ¿Debería matarte en realidad? O solo tenía ganas de llegar a casa, beber vodka, oír el Jazz, hacer el amor. Pasé por muchas calles, vi las estrellas, no había luna en el cielo, era noche de luna nueva. Lastima –pensé- La luna me habría ayudado a pensar, o me habría dado inspiración una de las dos.
Estaba a 5 o 10 minutos de llegar y en mi mente corrían muchas dudas. Muchos recuerdos, muchos momentos. Te veía sonreír, veía el pasado en el que aún eras feliz. Por un momento deseé no matarte, por tan solo un instante en verdad desee no extinguir tu vida, que siguiera. Observarte sonreír en las mañanas, ver tu rostro a través del vodka, confundir tu aroma con el aroma del café, pero en ese momento llegué a casa. La decisión estaba tomada y no iba a mirar atrás.
Subí las escaleras, pude haber usado el ascensor pero ya había recorrido a pie todo el camino, no debía desperdiciar el último segundo en el que me podría arrepentir. Me detuve en el segundo piso, saqué los cerillos y prendí un cigarrillo. Fumé sin afán, vi pasar varios vecinos –Hola- dijeron, hice un gesto con la mano sin prestarles atención, en la tercera bocanada de humo oí el ruido de un coche frenar en seco, un golpe, un grito, el silencio.
El golpe me trajo a la realidad, ¿Qué había estado pensando? No había venido caminando para arrepentirme de matarte. Había venido caminando para pensar cómo debía hacerlo. ¿Usaría una pistola? ¿Usaría un puñal? ¿Te asfixiaría? ¿Te mataría a golpes? Trip trip trip. No sabía qué hacer, pero no podía volver atrás.
El cuchillo era tentador, ver correr la sangre cálida, oír tus gritos húmedos, ver tus ojos llorosos, sentir el cuchillo, o el hacha, o el puñal ¿La espada bastarda que estaba colgada en el Hall? No. La espada era demasiado escandalosa. No quería acabar con tu vida de golpe, quería que lo disfrutaras tanto como lo iba a disfrutar yo. Pasaron tal vez 10 minutos mirando la nada por la ventana. Las estrellas estaban hermosas, sé que estabas disfrutándolas también mientras me esperabas llegar, acostada en el sofá. Después de mucho pensar decidí improvisar.
Subí ansioso y casi, casi feliz. Llegué a nuestro piso en tan solo segundos, aunque el camino para mi pareció años. Me di cuenta que nunca me había fijado, en la decoración que le habías hecho tan orgullosa a la puerta, y me quedé observándola, mientras jugaba con las llaves que estaban en mi bolsillo.
Abrí la puerta, las luces eran tenues en el hall, se oía en el fondo algo de música, apenas pude distinguir la melodía que escuchabas. “Beware, he is crying out your name, now the time has come, when the iron tears the heart, and the trumpets will ring loudly, as the stars are painted with blood”. Que apropiada, -pensé-, siempre leyendo mi mente, incluso cuando no estás junto a mí. ¿Cómo pudiste saber que pensaba en asesinarte? O acaso, ¿Era obra del destino y en realidad dormías profundamente y te habías olvidado que no estaba en casa? Cerré la puerta atrás de mí, sin apenas hacer ruido, si es que dormías no te quería despertar, y si estabas despierta, no quería interrumpir tus pensamientos o tu lectura, o si estabas escribiendo poesía como solías hacer siempre que te sentías sola.
El celular en mi bolsillo comenzó a vibrar, pude sentir como se paralizaba mi corazón. ¿No estaba preparado? No. Simplemente tenía los nervios muy de punta. Necesitaba tranquilizarme, respirar lentamente. Calmadamente saqué el celular de mi bolsillo, vi un mensaje de texto que decía: “Eyes are fill with lust to kill” de un numero nunca antes visto por mí, hasta la fecha. Puta mierda, qué cosa tan rara. ¿Por qué tantas coincidencias? –pensé-
Me quité las botas lentamente, sin preocupación, desatando cada uno de los enredos en los cordones, enredos que me recordaban un poco mi mente, un poco la nada, un poco la vida, un poco tu cabello enmarañado en las mañanas, cuando te despertaba con mis caricias. Acabé, ¿Por qué daba tantos rodeos? Tal vez porque estaba asustado de ver la sonrisa en tu rostro y arrepentirme, tal vez porque no era más que un cobarde. O tal vez porque tenía miedo de mis propias acciones y no me daba cuenta que aún no estaba preparado para matar. Después de todo… nunca lo había hecho, sería un asesinato amateur.
Sigamos –pensé- no queda nada más que hacer. Bajé el cierre de mi chaqueta negra sin hacer ruido, la puse en una silla, contemplando los parches que habíamos puesto los dos en ella con el paso del tiempo. Me la regalaste tú después del primer mes, y cada mes poníamos en ella un parche, un recuerdo, un roto; una quemada, una caricia, un suspiro, un gramo de la noche. No pude evitar sentir nostalgia viendo cada uno de los matices que le daba la esencia que tenia, cada recuerdo. Pero bah, ¿qué importaba? Mucho en realidad. Pero si importa, no importa… o eso era lo que quería llegar a creer. El pasado está pisado, me decía una y otra vez tratando de quitarme las pequeñas dudas inquietas que habían surgido en mi mente difusa e inquieta.
Recorrí el lugar como una sombra, sin hacer ruido, y apenas sin respirar, no estabas. ¿Dónde estabas? ¿Por qué no estabas? Puta mierda. Esto no está bien. ¿Qué pasa? Relájate hombre, relájate –me decía una y otra vez-. Entonces me di cuenta, solo había mirado mal, estabas acostada en la cama, dormías, te veías calmada, relajada, como si hubieras olvidado todo lo que te agobiaba en esta vida. Tus labios rosados y dulces estaban relajados, como si hubieras olvidado que era la tristeza, pero también la felicidad. Tus ojos estaban cerrados, nunca había visto en su expresión tanta calma, tanta desolación, tanta ¡puta mierda! Nada importa en realidad. En fin. Tu cara era la de un ángel, uno apartado de la gloria. Con el cabello que no podía decir si era rojizo o castaño, si estaba liso o si estaba enredado, si lo habías peinado en la mañana, o no habías despertado en un mes. Entonces tomé una decisión, dormida te veías calmada, dormía no había lágrimas en tu cara. Dormida estarías para siempre desde esta noche, mi amor, desde esta noche y para siempre.
Fui a la cocina mientras aún dormías, y también pasé por el hall ¿cuál sería mi compañero que te liberaría de esta tierra desolada? En la cocina vi varios cuchillos, pero ninguno tenía estilo, todos eran totalmente inertes, ni siquiera su filo brillaba, eran objetos solamente, no tenían la gloria que quería para ti. En el hall, estaba exhibida nuestra colección de armas, vi tu claymore, mi stiletto, la espada vikinga, el hacha que te regaló tu padre el día que te abandonó, la Falcata que heredé de mi madre, que había estado en la familia por cinco generaciones, y varias cosas más, estaba desesperado; no sabía qué hacer. Entonces lo vi, estaba en la mesa, tal vez habías jugado con él un rato, era nuestro favorito después de todo. Nuestro Pugio, que compramos entre los dos a una anciana gitana que vimos en una calle y nos dijo que todo en nuestra vida acabaría en catástrofe, después de comprarle el arma, diciéndolo como forma de advertencia, para que tratáramos de arreglar las diferencias que nos agobiaban en esa época. ¿Qué te parece mi vida? La señora tenía razón.
Lo vi ahí encima de la mesita, desenfundado, brillaba casi con luz propia, como si tuviese vida, como si supiera que sería partícipe de tu redención, un poco como si se hubiera dado cuenta desde que comenzó el día, y estuviera ahí preparándose para el final. ¿O el principio? No sé, no sé, en todo caso, lo contemplé por varios minutos tal vez. Vi su empuñadura adornada por figuras circulares, como si representaran el ciclo de la vida, y tal vez algo que podría ser la muerte, o el periodo en el purgatorio, algo totalmente desconocido por nosotros en todo caso. Qué va, pura mierda, solo estaba delirando.
La hoja estaba ligeramente curvada, como si fueran la cintura de una mujer, la Venus tal vez, Freyja, Atenea, puta mierda ¿Qué sabía yo? También había una línea con relieve, atravesando la mitad de la hoja, era tan recta como el pilar de algún templo troyano, firme, como tus hombros, que han soportado la carga de estrés que ha pasado por los 24 inviernos de tu vida. Rígido, como tu carácter terco y testarudo, pero a la vez muy sensato, que siempre me sorprendió, niña y mujer, bromista y erudita, nunca hubo día en que no aprendiera nada de ti, o que tu carácter firme no me sorprendiera, como me sorprendía ahora el brillo del Pugio. Por último, su punta era aguda, tal como lo era tu mirada, podías entrar en mi mente y darte cuenta de qué pasaba en mi pútrida cabeza en realidad, con tan solo mirarme una vez ¿Recuerdas? No… nunca te lo dije, pero me imagino que ya lo sabías.
Lo levanté suavemente, y puse en mi bolsillo, lo oculté también bajo la camisa, que no se notara. Que no te dieras cuenta de lo que te esperaba, no podía arruinar la mejor sorpresa de toda tu vida. Entonces fui a saludarte.
Llegué a la habitación, pasé mi mano por tu rostro, me estremecí al sentir tu piel, como si fuera la primera vez, puse mis labios en tus mejillas, te susurré al oído, despierta, mi amor, despierta –dije- no respondías, ¡Paula! –Dije algo desesperado- entonces me miraste, aún estabas dormida. Creo que en realidad habías dormido todo el día. ¿Era así amor? De cualquier forma, nunca podría saberlo, le hablo a la nada, como acostumbro a hacer siempre. Una pregunta al vacío, el silencio, un movimiento en el cosmos, que considero como respuesta, aunque tú acostumbraras a decir: Puta mierda Vlad, deja de hablarle al vacio, y comienza a hablarme a mí de una puta buena vez. Claro preciosa –decía- pero en realidad nunca te hice caso. Tal vez si lo hubiera hecho un poco más, las cosas serían distintas, pero no tenía sentido divagar pensando en eso, mejor te seguía diciendo qué pasó después.
Me miraste, la cara dormida, los ojos entre abiertos, tus sentidos desorientados. Vlad –dijiste- ¿Por qué me despiertas?
Es una noche especial –dije- ven, vamos por vino, tenemos que celebrar, no te quedes acostada, levántate de una vez, te decía mientras acariciaba tu rostro intrigado. Dejémonos llevar por la música, vayamos al hall, veamos el fuego ardiendo en la chimenea, veamos nuestro rostro a través del vino, seamos el vino, seamos la noche, seamos dos estrellas que forman una constelación, dejemos todo atrás, dejemos de respirar, volvámonos peces, seamos anaerobios, veamos nuestro futuro en los ojos del otro, te seguía diciendo mientras por fin te habías incorporado, y ahora estabas parada junto a mí, jugando con mi barba.
Puta mierda Vlad –dijiste- tu sí que eres cosa seria, cuando te veo no sé si me dan ganas de darte un beso, o cortarme las venas.
Así eran todas nuestras conversaciones, todas tenían impregnadas en ella, ese pequeño dejo, de nuestra obsesión mal sana por Opio en las Nubes, el libro del escritor colombiano que me mostraste un día después de decirme que tenías los sueños vueltos mierda como una tal Marciana, y que tal vez yo podría ser el Max de tu vida. Pura mierda. No sabía cuál de los dos estaba más vuelto mierda en todo caso.
Fuimos al hall, caminamos abrazados lenta y torpemente, y casi nos caímos más de una vez, creo que te diste cuenta de cuan nervioso estaba, pero no sabías por qué, creí que podías leer mi mente, lo habría jurado por la espada bastarda que nos regalaron entre todos nuestros amigos, en el primer aniversario de estar viviendo juntos. Pero no. No pudiste, realmente estabas jodida, al igual que el mundo, al igual que yo.
Una vez estuvimos ahí, me soltaste, y fuiste por una botella de ginebra, habría jurado que querías vino, ¿qué pasaba con migo? Ya no te conocía, eso pasaba. Habíamos cambiado, éramos ajenos, éramos distintos, ya no había unidad, no éramos más Idunn y Bragi. Por eso comprendí que no podría comer nunca más de la manzana de la juventud que me ofrecías cada mañana, y yo no podría volver a tocar mis melodías tristes y difusas para ti. Qué lástima, decidir por ti tampoco fue lo mejor, pero sé que nunca lo habrías hecho, no habrías renunciado a pelear por la batalla perdida, por eso renuncié por los dos.
9:00 pm
Bebimos. Perdí la cuenta de cuantas botellas cayeron al suelo, pues bebiste desaforadamente, obviamente nunca hasta quedar ebria, pero sí de forma desesperada, como si lo que estuvieras bebiendo fuera mi vida, para que se fuera con tigo al morir.
9:30 pm
Sonaba la danza húngara, quisiste bailar, sabías que a mí no me gustaba y nunca me interesé por aprender a hacerlo, pero ¿Qué importaba? Era tu último deseo, y debía ser respetado.
La música nunca dejó de sonar, no me había dado cuenta de su presencia, lo último que oí fue “Iron” al entrar, nunca perdí detalle de la música, ni una sola canción, podía estar componiendo pero aún así necesitaba oír algo, que me distrajera, que no me dejara pensar en nada más que en ella y lo que estaba haciendo. Si no, comenzaría a pensar barrabasadas justo como ahora, que me resbalaba con cada paso mientras bailábamos, nuestros cueros se entendían, estaban unidos, que lastima que nuestras almas no estuviesen igual, aunque te la hubiera regalado no estaba dentro de ti, ¿O sí? Tal vez… ¿yo qué puta mierda sabía? Debía dejar de hablar tanta mierda y limitarme a respirar.
10:00 pm
Estábamos acostados, el Pugio cortaba mi espalda, no importaba; ni una muestra de dolor en mi rostro, estar abrazado a ti calmaba mi dolor, quizás por la liberación de hormonas, el licor, el humo y la noche sin luna.
11:00 pm
Hicimos el amor, apenas sin desvestirnos, de la nada, como una pareja que se esconde de sus padres, fue tuya la iniciativa, nunca había sido así más que un par de veces, eras sumisa, o tal vez solo te gustaba verme rogar, que te deseara, sabías que era así siempre, desde el primer momento que te vi. Una y otra vez, el tiempo pasaba sin apenas notarlo, solo había pasión, nada más estaba presente, ni siquiera la música que sonaba como desesperada diciéndome: Puta mierda Vlad, hazme caso de una buena vez.
12:00
Notaste por fin la presencia del Pugio, pues no sabías donde estaba, sabías que lo habías puesto en la mesita, habías jugado con él, ¿Qué hacer? Tenía que pasar. Me miraste medio perdida, medio destrozada, medio vuelta mierda, medio como si la fuerza adicional que le yo le prestaba a tu espalda para sostener tus problemas, entonces el tiempo dejó de importar, y por primera vez comencé a notar la música, ya no importaba cuantos segundos pasaran, sólo importaba, por única y primera vez, los sentimientos, las emociones, dejar pasar el tiempo y concentrarme en el momento.
Mientras la música sonaba, había miles de sucesos, mientras el tiempo parecía detenido, como si estuviésemos en medio de la nada. Así se nos dio, el inicio del final; de tu final:
Suggestion diabolique:
Sin palabras, sin comunicación, simplemente entendiste. Creo que entendiste. La verdad nunca pude saber qué pasaba por tu mente en ese momento, aún no lo sé, solo recuerdo tu lenguaje corporal, que cambiaba acompañado por las notas magistralmente ejecutadas por Prokofiev. ¿Te imaginas? Era una versión antiquísima, 1935, y sonaba como si fuera ya mismo, en vivo, tocando solo para nosotros, para que no te sintieras a oscuras, él ponía un poco de luz, en el tenue umbral de tu muerte.
De cualquier forma, lo sentiste en carne propia, pero no lo recuerdas, creo. ¿Qué podrías recordar de ello? ¿Cómo podrías pensar en cómo se recogían tus músculos? Es absurdo. Tal vez pensabas en el pasado, o no pensabas en nada, pero en todo caso, no eras consiente de la poesía que eran tus gestos para mis ojos.
Recuerdo muy bien que fue tu primer y único ataque de pánico, pues creíste que sufrías un ataque al corazón, estabas equivocada querida, o tal vez no… creo que pude oír como tu corazón se partía de un solo golpe, como cuando por error haces un movimiento en falso y dejas caer una muñeca de porcelana, la vez intranquilo mientras cae al suelo, y súbitamente, con un solo sonido, todo ha acabado. Vez como se parte en mil pedazos.
La sugestión estaba en su auge, y también estaba en ti; te veías pálida, tus labios morados y secos, como si sufrieras de un frio intenso, la respiración acelerada, en realidad tenías mucho frío. No te preocupes –pensé, pronto sentirás el calor de tu sangre. Tu ritmo cardiaco subía exponencialmente, cada vez estabas más agitada, respirabas intranquila como quien sufre un ataque de hipotermia. Entonces… lo vi por primera vez, llorabas.
Eternal Wait:
No eran las lagrimas con tu rostro distorsionado por la emoción cuando te dije que quería vivir con tigo hasta el final, tampoco el llanto furioso que tuviste en un ataque de ira en un bar, cuando un tipo regó mi cerveza y le dije: Todo bien. Entonces el escupió mi cara. Lloraste porque no reaccioné ¿Recuerdas? Era diferente. Tu cara estaba desfigurada, ¿Qué le pasaba a tus labios? Se movían como si tuvieses un tic nervioso. Tus lagrimales se habían humectado de tus lagrimitas desesperadas, lo comprendí, era un llanto de tristeza. Puta mierda –pensé, esto no es lo que quería, no quería verte llorar, ¿Es que no entendías? Yo quería verte feliz, tú querías verme sonreír.
Incluso si la música sonaba muy fuerte, yo podía oír tu llanto silencioso perdido en la noche lluviosa, así es, no lo notaste, pero había comenzado a llover. Si controlabas el ánimo del cielo como lo habías dicho alguna vez, y yo me limité a decir: Si tú lo dices es porque es cierto amor.
Mourning Heart:
Mis ojos estaban en luto, no habías muerto, no había pasado nada, recién habías comenzado a llorar, y yo, ya había comenzado a imaginar mi vida sin ti.
Tus ojos estaban perdidos, no podías mirar hacia mí, tus ojos huían, como un gato callejero al sentir la presencia de un humano, su reacción es esconderse, y así eran tus ojos.
Lo más difícil es comenzar, siempre había dicho lo mismo, y tú, sin darte cuenta, habías dado el inicio de todo, porque yo no habría reaccionado, tal vez habría olvidado mis ganas asesinas al perderme en la fragancia de tu cabello, si tú, no hubieras notado también, que hoy era tu final.
Bed of Razors:
Comienza tu muerte.
Saqué el Pugio del bolsillo, y te alejaste, no corras –pensé, solo harás las cosas más trágicas. Te paraste lentamente, pero yo reaccioné con reflejos felinos, y te tomé por la muñeca. ¿No lo notaste? No lo hice con fuerza, te había dejado la posibilidad de escapar, estabas casi liberada, pero nunca te separaste de mi lado, en ningún momento, desde que te conocí, siempre estuviste ahí, irradiándome con tu presencia.
Nuestro amado Pugio, estaba consciente de la canción, sabía su papel. Moví mi mano hacia tu brazo, temblaba, me demoré en llegar, creo, pero lo conseguí al final. Te corté, tu pálida y delicada piel reaccionó al contacto de la afilada arma, pues se enrojeció ahí mismo, la cortada era profunda, estaba al nivel del busto, en tu brazo izquierdo. ¿Por qué el izquierdo? Tal vez quisieras saber. Es porque con esa mano escribías, no quería que al morir escribieras de lo mal que te habías sentido a mi lado, todas esas noches que estuviste bajo mi protección.
Oí un pequeño gemido, salir de tus labios amoratados, al unísono de un suspiro, que salió desde lo más profundo de donde algún día hubo un alma. Creo que los dos pensamos que te sacaría el corazón con una estocada, y después vimos la sangre en tu brazo, y nos calmamos un poco. No, fui solo yo. La verdad es que la sangre siempre te había excitado, y te sentías liberada.
Silent night bodom night:
¿Por qué dejaste el cuchillo en las manos de un desquiciado? A esta hora estaría pensando en cómo matarte si no lo hubieras puesto ahí. No importaba, nada importaba, solo estaba en busca del final, no quería que llegara, pero ya no había vuelta atrás.
La música me guiaba ¿Recuerdas? Y junto a esta canción el romanticismo acabó, así que no quedaba más, debía dejarme llevar. Ahora que había visto tu sangre, no podía parar. ¡El asesino quiere más! –me dije, entonces pensé: Qué rápido pasan las cosas, hace cuatro horas no era más que un tipo con los ojos apagados, y ahora soy un asesino cuyos ojos brillan junto al resplandor de tu sangre.
¡Una, dos, tres, cuatro putas puñaladas! Cada una en un lugar distinto, creo que no lo notaste, ¿Cómo ibas a notarlo? Yo si lo hice, cada una era simbólica, sin importar que me hubiera desviado unos centímetros, se aproximaban al lugar.
La primera fue en tu pierna izquierda, donde tenías un tatuaje en forma de botella de vodka, y decía “Absolut yours, Maxie”.
La segunda, fue en tu mano derecha, en la muñeca, gritaste de dolor ¿O placer? En todo caso, habíamos hecho Handfasting, estábamos unidos. Así romperíamos nuestro lazo terrenal, y podrías irte de este mundo en paz. Tú querías ir a Nirvana, aunque los dos supiéramos que en Valhalla había Hidromiel, pero no, te gustaba llevarme la contraria, o algo así.
La tercera en tu hombro, tratando de quitarte el peso que habías cargado siempre en la espalda, en todo caso, creo que no funcionó, creo que al quitarte el pie de apoyo, el peso solo cayó encima de ti, pues caíste al suelo, golpeando tu espalda, quebrando tus alas. Debí golpear tu hombro, y luego la pierna, la había cagado. Puta mierda. No era muy listo después de todo, y no le hice caso a mamá cuando dijo: tienes que prevenir, no hay nada como ir a la fija. Trip trip trip.
Una vez en el suelo, me puse encima de ti, para no dejarte mover, estaba en tus rodillas, de cualquier manera no te ibas a mover, estarías con migo hasta el final. Las tres primeras no habían sido importantes, eran heridas superficiales después de todo, cuanta más sangre corría, menos frio tenías, si había acertado esta vez. No era tan estúpido después de todo. La cuarta puñalada indicó que definitivamente todo se había ido a la mierda, y que estabas acabada, como habías deducido. Fue en el riñón, moví el brazo casi con calma, entonces pude sentir la resistencia de tu piel, como el Pugio te atravesaba, cada centímetro destrozado, la piel llenándose de pigmento rojo, indicando la presencia de los glóbulos, que habían acudido al instante. La sangre saliendo como si fuera una fuente de vino, salía apresurada, quería manchar el suelo, calmar mi sed, quitarte el frío. Quitarte la vida, desmaterializar tu sufrimiento, que siempre había sido mental, y ahora por fin se incorporaba en tu cuerpo.
En ytterst heftig sak
Después de apuñalear tu riñón, me quedé pensando, ¿morirías intoxicada? Qué final más inapropiado, la había cagado nuevamente. Al golpear tu riñón la orina comenzaría a salir, mezclándose con la sangre, intoxicándote lentamente, llegando hasta tu corazón, ¿Qué debía hacer? Esto se había vuelto un caso de extrema violencia, en todo caso, no había tiempo que perder.
Apuñalarte sin pensar parecía lo más prudente, pero, qué vulgar sería de mi parte, ¿Cómo me atrevería a improvisar el final de esta obra maestra que solo nos involucraba a ti, a mí, dándote como ultimo regalo algo producto de la mediocridad y la desesperación, en vez de terminar de forma pulida por última vez? Seguía divagando mientras tu cuerpo se intoxicaba, el tiempo importaba otra vez, pero lo había ignorado en el último acto, y no lo iba a incorporar para el final, me estaba atormentando; no me dejaba pensar, no sería protagonista ahora, y nunca lo fue en realidad.
Beautiful Death
No mueras mi amor, no aún –dije, mientras pensaba qué hacer, no habías pronunciado más que gemidos o gritos desde que todo comenzó
Quédate a mi lado –dijiste, quédate por siempre, no me dejes ir, déjate llevar, acompáñame en la soledad.
Estaba desesperado, tu voz era más dulce que nunca, puta mierda, estaba arrepentido, sentí como tu mano cogía el Pugio, y lo dirigías hacia mí, ¿Me ibas a matar? Haz lo que quieras, pensé, estaba destruido, estaba desesperado, estaba como mis sueños, totalmente vuelto mierda. Dirigiste el filo hasta mi brazo, donde estaba el lunar, a diez centímetros de la muñeca; me cortaste, presionaste fuertemente, y te detuve.
No hagas presión –dije, solo hará que mueras más rápido, no es el momento, la vida no es más que una hermosa muerte, no le quites la belleza, déjame decorar tus últimos minutos correctamente.
Nada de eso –dijiste, y llevaste mi brazo hasta tus labios, bebiste de mi sangre, me estremecí, sentía tus labios secos tocar mi piel, y tu lengua húmeda acariciar mi brazo, pero entonces te oí toser, y puta mierda, era el momento.
Bajé tu falda, torpemente, no podía hacerlo con una sola mano, y no te iba a decir: Oye, ¿Me ayudas a desvestirte para que pueda acabar de matarte?, la bajé apresuradamente, hasta que estuvo en el inicio del muslo, y tu región púbica estuvo presente. Llevé mi otra mano hacia el encuentro del brazo que estaba en tu boca, y ya no sabía si lo que estaba en tu cara pálida y angelicalmente trastornada era mi sangre, o la tuya, y no tenía tiempo de pensar en eso. Cambiando el arma de mano, y sintiendo el sudor caer en mis ojos, nublando la vista, hice una pequeña marca en donde quería cortar, y luego, como un niño que sopla una vela el día de su cumpleaños esperando inquiero a ver qué pasa, dirigí mi brazo hacia tu arteria femoral. ¿Recuerdas qué pasó? Acerté, y la sangre brotó desmesuradamente de la herida, manchando tus bragas, tu falda, tu piel, mi ropa, y mi vida, para siempre.
El lamento del vampiro
Quedaban 2 minutos aproximadamente para tu muerte, teniendo en cuenta el derrame de sangre de tu herida renal, y el sangrado no tan profundo, pero igualmente constante de la arteria, 2 minutos para tu muerte, 2 minutos para el final, 2 minutos para un giro de 180 grados que inconscientemente ya había dado, pero que solo comenzaría a notar en tu ausencia total.
Tosiste, la sangre se regaba en tu boca, y yo había apartado mi brazo, balbuceabas, me mirabas desesperada, las lagrima se mezclaban con tu sangre, tu cara parecía una copa en donde en cámara lenta se unían vino blanco y vino tinto.
Estoy –comenzaste a decir.
Estas muriendo –te interrumpí, por última vez; sin la más mínima sospecha del verdadero y trágico anuncio que te disponías a hacer.
No, huevón –dijiste, tu ánimo para hacer notar cuán tonto era, no sería opacado ni por la misma muerte. Estoy embarazada, terminaste de decir, casi sin voz, casi muda, casi como si junto a la sangre y la vida también perdieras el habla, o la habilidad para comunicarte.
¿Entiendes? Cuando te dije que me enloquecías, no mentía después de todo. No supe, en todo caso, si lo dijiste como una cínica broma antes del final, pues habías bebido toda la noche, o si en verdad, estabas embarazada y morías junto al legado de mi ser. En todo caso, en ese momento, perdí cualquier rastro posible de encontrar de cordura, y me volví total y definitivamente loco.
Me levanté frenético de tus piernas, la mente nublada, la habilidad de razonar perdida, la adrenalina al máximo, si alguna vez me hiciste caso cuando dije que no éramos más que animales, y por tanto no teníamos coherencia después de todo, y tu respondías que no era más que un animal tonto y feo, esta era la prueba total.
Warheart
Sin ningún recuerdo en mi mente de compasión o amor, mientras la oscuridad era mi guía y la muerte estaba a mi lado, al lado tuyo, sentada pacientemente en la habitación, me senté como un japonés que se dispone a disfrutar una taza de té verde, con toda la etiqueta, las piernas juntas, la espalda erguida. Entonces tomé el Pugio con ambas manos, y con la velocidad de una serpiente que se abalanza a comer a su presa, comencé a apuñalear tu vientre, de forma brutal, una y otra vez, 17 puñaladas en tan solo un instante. Puta mierda ¿Qué me pasó? Cuando reaccioné y vi mi obra de arte, destruida por la insensatez, mi rostro se inundó de lágrimas, y por primera vez en la vida, supe lo que la gente experimentaba al llorar. Irónico ¿No?
Venecia sin ti
Sostuve tu cabeza delicadamente en mis manos, mientras morías rápida y escandalosamente, tus labios estaban cálidos, y había un pequeño asomo de paz en tus ojos, nunca entenderé por qué. Acerqué mi cara a la tuya, como tratando de decirte, que puta mierda, recién me daba cuenta lo mucho que te extrañaría, cuando ya todo estaba hecho. Terminé de acercarme, pero ya no había fuego en tus ojos, se estaba extinguiendo lentamente, acerqué mis labios a los tuyos, y los besé por última vez, con los ojos cerrados, pero tus labios estaban fríos, muertos, habías dejado de existir.
Cómo decirte ahora
¿Cómo podría explicarte ahora, que habías dejado de existir, que cada uno de mis actos fue realizado pensando en ti? ¿Cómo podía mostrarte, el reflejo final de mi mente? Nada que hacer, no tenía nada más que hacer; así que comencé a contarte mi historia, mi versión de los hechos, esperando algún día poder leer los tuyos, escritos en el firmamento.
Mientras todo estaba manchado con tu sangre, y todo tenía tu recuerdo, me quedé pensando intranquilo, qué sería de mi. Comencé a hablarte, y ahora heme aquí, pensando un poco en todo y ¿Sabes qué amor? Hoy es 26, hoy era nuestro aniversario, hoy, estaré solo por primera vez, y definitivamente. Hoy no habrá celebración, hoy no hay felicidad, hoy, por primera vez desde que tengo memoria, ya no podré decir tú y yo.
Aunque esté solo, tu recuerdo está aún en mí, y creo que por primera vez, te hice caso, y dejé de hablarle al vacío; comencé a hablarle a tu recuerdo. El pasado está pisado, me he repetido constantemente desde hace unos minutos más que siempre lo he hecho, durante toda mi vida, el presente es ya, es ahora, es mirar mi reflejo a través de tus ojos muertos; y como decía el gato demente del libro aquél que tanto te gustaba, el futuro es pura y física mierda.
Wanderer
Así que, aquí estoy yo, haciendo un nuevo inicio, empezando desde el final, una nueva vida, o lo que podría decirse, queda de ella. Recordando eternamente, toda la belleza que hoy he dejado atrás. No te dejaré sola, se que te aburrirías, por eso te diré siempre, cuan monótono se volvió todo desde que no estás aquí, por eso, al igual que esta noche, te hablaré cada noche de luna nueva, y te diré qué fue de mi, desde aquella noche en que cerré los ojos a tu lado, para evitar verte morir.
Dedicado a todas aquellas personas que algun día les dije adiós. A todos los que sintieron la estrella nórdica brillar fuerte en su corazón, a esas dos personitas que me leían el día de hoy mientras estaba escribiendo y decían en todo momento que les gustaba. Y especialmente dedicado a alguien que el día de hoy ya no está en mi vida... pero que independientemente si vuelve o no a ella, cuando lo comencé a escribir le dije que sería así, y después de todo, así fue. En la parte de abajo hay una pequeña dedicatoria para ella, en el post anterior.