Suena una pequeña orquesta en la bruma de la noche, y todo el silencio desaparece: se va junto a la oscuridad, la cual es precedida por el frío. Todos los matices de la perpetua noche van desapareciendo lentamente a su paso.
El incansable sonido se intensifica hasta llegar a mis oídos; ante mi se hace presente algo tan antiguo como la misma oscuridad, y tan fuerte que es capaz de consumirla... y solo el vacío extinguiría su furia.
La orquesta furiosa del fuego que arde llena mis oídos, suena la leña saltar hasta convertirse en la más ínfima expresión de la existencia en el planeta y aún negro y carbonado, sigue reluciendo la pasión del rojo vivo que soporta el calor infernal de aquél fuego incesable que se ha apoderado de una nueva velada. Este bosque en el que descansaba, tan negro como las otras noches, y frío como el ártico, ahora se ha convertido en un portal directo hacia el averno.
Hasta el último ápice de paz ha sido devorado esta noche, y hasta la luna se tiñe de color carmesí que el fuego inmaculado hace rugir como salido de la garganta de un dragón.
El espectáculo del cielo que pareciera de atardecer por sus interminable gama de colores y la bruma como de madrugada generados por el humo, se unen al compás del réquiem infernal. El verde se vuelve negro lentamente precedido por el rojo que lo consume fieramente.
Hasta el poderoso y soberbio roble del cual nacieron las runas, está siendo consumido por el demonio que ataca esta noche. Y yo, el espíritu del bosque, lo contemplo todo desde el balcón donde yacen las estrellas. Veo mi hogar ser devorado por aquél titan, y huelo el aroma de la sangre de los animales que se evapora... el olor de la madera quemada se mezcla con la sangre, y yo, inmerso en la poesía caótica del fuego consumiendo todo cuanto conocí, no puedo hacer más que contemplar el momento... un poco fundido con él, un poco sabiendo que soy el viento y solo avivo el calor; un poco melancólico por perder mi hogar. Y demasiado excitado para poder pensar en algo más que aquél hermoso calor, que tiñe la tenue noche; quitándomelo todo.
Las horas pasan como segundos, y el espectáculo ha llegado a su final. Dejando todo en oscuridad nuevamente, y una gélida luna escarlata; opaca por las nubes, pero con suficiente brillo para iluminar aquel cráter necrótico tapizado de ceniza, en donde alguna vez viví.
Llegan entonces los vientos del norte, y decido bajar de mi pedestal para fundirme con la ceniza de todo lo que representaba mi existencia... pues solo aquél bosque mantenía vivo mi recuerdo.
Una vez impregnado cada gramo de ceniza, siento el viento fluir, y me desplazo con el aire que está perfumado por el aroma del roble del cual nací una vez, hasta desvanecerme en las tórridas ventiscas, hasta desaparecer...
N/a:Esto lo escribí ayer, mientras esperaba que llegara una amiga. Hace unos días le dije a Nat, que iba a escribir algo para ella, porque me mostró un escrito suyo; y me encantó. Y bien, aquí está.
Sin nada más que decir, espero que les guste.
Feliz Samhain para todos.
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