domingo, 21 de agosto de 2011

Luna de mi vida

N/a: Yer jalan atthirari anni, Helga, khaleesi. ♥

Paso mis dedos por tu silueta, inalcanzable. Acaricio el vacío, idealizo en él tu presencia. Cierro mis dedos alrededor, y solo encuentro aire que huye también, quedo como al principio.
Busco el calor de un cuerpo cercano en la noche, pero solo encuentro la tórrida indiferencia de una fogata, que ilumina el bosque, en donde me encuentro perdido, buscándote.
El humo de la madera que se aleja de esta vida se alza a la inmensidad, a alcanzarte, más el insípido blanco que cubre el cielo responde en negativo, me devuelve a donde estaba, el inerte sonido de la danza entre carbones incandescentes, el bosque fundido en el olvido, y mi errático pensar.

Pasan los días, evanesces, sé que estás a mi lado, más para mis ojos eres etérea. Siento tus palabras de niebla rodeándome, me ahogan, pero no es más que viento para mis insensatos oídos humanos, que se ponen en mi contra, me traicionan, no me dejan alcanzarte.
Pasan entre mis venas, gotas amargas de sangre desteñida, aunque tu amor rodea mi ser, me cobija, mi corazón hecho de cenizas no me permite sentirlo, ni sentir el palpitar tan propio de él, enfermo, palpitar que bombea sangre blanquecina, palpitar que me debilita, me encadena a una dimensión maldita donde no puedo encontrarte, ¡oh!, luna de mi vida.
... Me aferro a tu silueta, a la luz que en campo abierto me protege, me ilumina. Te veo de lejos, infinita. Te siento arcana, te deseo corpórea, te sueño factible, más, desde mi prisión de carne y hueso, te reconozco imposible; luna de mi vida, ¡y quisiera ser un lobo!, aullarle al reflejo de tu imagen perfecta en el estanque de lágrimas perdidas, y una vez más, acaricio tu figura, invisible, y te hago dueña de lo que queda de mi vida, pues la locura me consume, me vuelve volátil; miscible.

Haces arder la sangre incolora en mi pecho, y estrangulas mi garganta con el nudo de tu ausencia, y sin embargo sigo aquí, moribundo, sin un par de alas para alcanzarte.
Solo puedo esperar, incinerado, a que la muerte me sonría, a que, como una ventisca de nieve, eleve mi alma hasta una dimensión desconocida, en donde al morir, no seas incorpórea, ni te oculte la neblina, donde, etéreos, inciertos e imposibles, podamos reunirnos, luna de mi vida.


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