Si mis manos que se volvieron ásperas al tacto por tantos años cargando una espada no perturban tus sueños, quisiera acariciar tu cabello bajo el alba.
Esa habilidad tuya, reina mía, de darle color a mis ojos inexpresivos, nunca la alejes de mi lado, pues quiero que te veas reflejada en ellos mientras pasa el tiempo, hasta que el sol se congele y la luna se evapore. Permíteme tomarte de la mano mientras caminamos al encuentro de nuestros ancestros. Se tú quien curará mis heridas de guerra con sus labios, si acaso tuviere que empuñar una espada de nuevo, para proteger el amanecer de nuestra progenie.
Sigue siendo tú, a través de los años, la portadora de alegría y esperanza, porque mis sueños seguirán llevando grabado tu nombre, y mi insomnio tu apellido.
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N/a: dedicado a quien me sacó del sueño en donde yo era aquél que vivía bajo un cielo sin luna.
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