domingo, 31 de octubre de 2010

Reminiscencia de un alma errática.

... ¿y qué podría decir de aquella noche?

La oscura bruma yacía posada en el cielo nocturno, mientras la luna iluminaba mi somnoliente estado casi humano, casi muerto, casi irreal. Recuerdo que caía una suave lluvia, generaba un cántico etéreo que adornaba tenuemente aquél paisaje para algunos terrorífico; para mí encantador.

Las hojas del roble, se veían de un color verde oscuro, casi negro, por la oscuridad que solo la luna hacía que no fuese absoluta, repiqueteaban las gotas en cada una de sus hojas, en cada rama. A veces habían corrientes de viento, entonces la lluvia corría diagonalmente: también se mojaba el tronco. El césped, a sus pies, no estaba a salvo, las gontas resvalaban, todo estaba húmedo, empapado. cada centímetro del parque, cada teja en el techo, cada suspiro invisible, cada caricia inexistente en las tristes almas de aquellos que paseaban solitarios: sin afán.

Mi alma, también estaba empapada de la lluvia, pero no había tristeza en mí, no quedaba nada. Nada, salvo el recuerdo de una figura que no existía más que en mi mente -eso creía yo- algo que habiá venido a mí en una pesadilla. Sus negras alas como un ángel de la muerte tapaban el sol en mi sueño, lo oscurecían, como si fuese un eclipse.

El tiempo seguía pasando inequívoco, insensible. Imperturvable. Solo la melodía multivariable del rocío me permitía saber que no estaba atascado, ya no se veía gente. Solo un espectro asomado por la ventana de un antiguo castillo, pero no me podían ver en la oscuridad. No hacía parte del paisaje; mientras pensaba que, todo había acabado por esta noche; que el embrujo de la luna ya no me tenía en trance, que la mágia del espectáculo estaba próxima a terminar... justo como la aparición estelar de la muerte en la cadencia de la vida, en el más claro matís de la existencia... apareció el artífice de mis pesadillas, aquél demonio alado.

Me encontré desvariante e indefenso; perturvado, sí, pero a la vez fascinado. Sin importar cuan real fue mi sueño, con qué detalle estaban marcadas las facciones de él, y cuán perplejo me había dejado, llegando a dudar de la realidad, temiendo dormir para no encontrarlo otra vez, sabía que estaba en la realidad en este momento: ningun rayo de sol podría despertarme.

Sus ojos de color negro como la profundidad de un lago, y de expreción vácua, distante... y sin embargo, tal vez por mi sugestión, parecían fijados en mi. Era la mismísima mirada de la muerte.

La inquebrantable armonía de la melodía caótica de la lluvia, fluía ahora acompañada por sus gritos, el inconfundible sonido de aquel cuervo... ese que indicaba venir por mi: buscarme. Incluso si no entendía, creía entender. Incluso; aunque hubiese reinado el silencio, su sola mirada era suficiente. El sonido infernal solo lo reafirmaba... me mostraba su inexorable astucia, la proximidad de mi final en aquella noche fría y lúgubre cubierta por la bruma del cielo. Nadie recordaría que pasó, aquél espectro en la ventana que nunca nadie vio simplemente dejaría de estar ahí.

En efecto... era la misma muerte; el era la muerte. Había venido a llevarme, y yo, lo había soñado. Sus plumas humedecidas parecían muy pesadas, pero él obviamente seguía su vuelo circular sin ningún esfuerzo. Como la gracia de las olas golpeando la arena blanca de las playas griegas, haciendo espuma inmaculada; así era su vuelo perfecto. Cada pluma, cada centímetro, de su ser, atraía la poca y mortecína luz de la luna como si fuese un agujero negro, nada aparte de él captaba mi atención ahora, hasta que interrumpió el círuclo perfecto de su vuelo esquemático: se dirigió casi perdido, casi difuso; errático, hacia mi, y tal como pasó en mis sueños, me fundí completamente en la oscuridad.

No recuerdo qué pasó después de eso, solo, nunca volví a ver la luz del sol. Nada que no fuese la luz de la luna me guiaba, las estrellas se apagaban a mi paso. No se qué pasó. Sólo pude ver aquél demonio alado de frente aproximarse; después de ello perdí la consciencia, me fundí con la oscuridad.

El espectro estático de la ventana, por fín se desprendió de aquellos marcos de madera que se podría con el paso del tiempo... es lo único que puedo decir. Después de iterminables lunas, y varios inviernos, comprendí simplemente que el cuervpo no era más que un mensajero de la muerte: quedas liberado de aquél castillo abandonado, fantasma. Pero jamás dejarás este lugar, vagarás cada noche quebrado y vacío por esta ciudad, solo acompañado por el sonido de la lluvia. Entonces comprendí, que ese demonio no era nadie más que yo, y que aquella pesadilla solo fue premunisión; que al igual que aqué cuervo, viajaría cada noche asustando otras almas perdidas, escondido y cobijado, por la inminente oscuridad, esa oscuridad que no era más que el reflejo de mi alma, la que alguna vez ocupó un cuerpo, la que ahora viaja incorpórea...


Y bien, Nat: siempre que suele haber una maraña en mis pensamientos y se revuelven como una densa nube difusa en la que irremediablemente nada puede salir, ahí estás tu para darle claridad a mi mente. Después de unos segundos, todo es tan claro como el reflejo de la luna en un manantial. Esto es para ti, muchas gracias.

Btw, hace mucho no escribía, espero que les guste

Réquiem de las llamas

Suena una pequeña orquesta en la bruma de la noche, y todo el silencio desaparece: se va junto a la oscuridad, la cual es precedida por el frío. Todos los matices de la perpetua noche van desapareciendo lentamente a su paso.

El incansable sonido se intensifica hasta llegar a mis oídos; ante mi se hace presente algo tan antiguo como la misma oscuridad, y tan fuerte que es capaz de consumirla... y solo el vacío extinguiría su furia.

La orquesta furiosa del fuego que arde llena mis oídos, suena la leña saltar hasta convertirse en la más ínfima expresión de la existencia en el planeta y aún negro y carbonado, sigue reluciendo la pasión del rojo vivo que soporta el calor infernal de aquél fuego incesable que se ha apoderado de una nueva velada. Este bosque en el que descansaba, tan negro como las otras noches, y frío como el ártico, ahora se ha convertido en un portal directo hacia el averno.

Hasta el último ápice de paz ha sido devorado esta noche, y hasta la luna se tiñe de color carmesí que el fuego inmaculado hace rugir como salido de la garganta de un dragón.

El espectáculo del cielo que pareciera de atardecer por sus interminable gama de colores y la bruma como de madrugada generados por el humo, se unen al compás del réquiem infernal. El verde se vuelve negro lentamente precedido por el rojo que lo consume fieramente.

Hasta el poderoso y soberbio roble del cual nacieron las runas, está siendo consumido por el demonio que ataca esta noche. Y yo, el espíritu del bosque, lo contemplo todo desde el balcón donde yacen las estrellas. Veo mi hogar ser devorado por aquél titan, y huelo el aroma de la sangre de los animales que se evapora... el olor de la madera quemada se mezcla con la sangre, y yo, inmerso en la poesía caótica del fuego consumiendo todo cuanto conocí, no puedo hacer más que contemplar el momento... un poco fundido con él, un poco sabiendo que soy el viento y solo avivo el calor; un poco melancólico por perder mi hogar. Y demasiado excitado para poder pensar en algo más que aquél hermoso calor, que tiñe la tenue noche; quitándomelo todo.

Las horas pasan como segundos, y el espectáculo ha llegado a su final. Dejando todo en oscuridad nuevamente, y una gélida luna escarlata; opaca por las nubes, pero con suficiente brillo para iluminar aquel cráter necrótico tapizado de ceniza, en donde alguna vez viví.

Llegan entonces los vientos del norte, y decido bajar de mi pedestal para fundirme con la ceniza de todo lo que representaba mi existencia... pues solo aquél bosque mantenía vivo mi recuerdo.

Una vez impregnado cada gramo de ceniza, siento el viento fluir, y me desplazo con el aire que está perfumado por el aroma del roble del cual nací una vez, hasta desvanecerme en las tórridas ventiscas, hasta desaparecer...

N/a:Esto lo escribí ayer, mientras esperaba que llegara una amiga. Hace unos días le dije a Nat, que iba a escribir algo para ella, porque me mostró un escrito suyo; y me encantó. Y bien, aquí está.

Sin nada más que decir, espero que les guste.

Feliz Samhain para todos.