No se cuanto tiempo ha pasado. En efecto, deje de pensar en él, ya no importaba; no había a dónde llegar puntual, o impuntual, a dónde moverse. No importaba si salía el sol o se desbanecía la luna. No importaba nada.
He visto nacer la luna incontables veces, siempre nace como con desprecio hacía mí. Me he dado cuenta que las estrellas dejaron de brillar como lo hacían antes: Con gracia. Ahora lo hacen por obligación. O por lo menos, eso es lo que me muestran a mí cuando me decido a observarlas. Los demás siempre dicen que se ven cada día más hermosas. Claro.El sol es más brillante y caluroso cada día; el frío desaparece, me siento como en un infierno, aunque la gente cada día se vista con más ropa, como huyéndole al frío inexistente. Tal vez, es que todo el frío está concentrado en mi corazón y mi alma; y por eos no lo puedo sentir. Pero sigo sintiendo cada vez más fuerte el calor de tus labios junto a los míos, aunque ya no esten aquí. ¿O sí están?
La luna no volvió a ser roja. Las estrellas perdieron su belleza; el frío desapareció, todo se fue, sin dejar rastro. Se fue junto a tí.
Tal vez por eso estoy aquí parado mientras llueve, aunque hay neblina por el choque térmico, parece lluvia ácida para mí: Me quema. O tal vez no. Tal vez me quema tu ausencia, aún así; me estoy quemando, cada día más, cada día más lentamente, cada día irremediablemente.Creo que la gente que de casualidad pasa a píe me mira entre la niebla con cara de: Pobre hombre, me tienen lástima, y yo les digo que no se preocupen, que es inútil; que es suficiente con la lástima que me tengo yo mísmo: es demaciada.
Y te decía, sin saber cuanto tiempo ha pasado, cuantos inviernos que parecen veranos, y cuantos veranos que parecen el interior d eun volcán han pasado, nunca te dije qué pasó; para eso estoy aquí. No porque me sienta desesperado -¿O sí?-. No porque crea que si lo hago volverá el frío, se que no volverá; porque se fue de la mano contigo. Tal vez es sólo que me siento demasiado solo, y me vea obligado a hablarle a una tumba. O tal vez, no había reunido las fuerzas de venir a decirte qué pasó. Tal vez, y solo tal vez, la fuerza que reuní cuando te maté era toda la que podría existir alguna vez en mi; junta.
El cielo era una hermosa mezcla entre azul oscuro y gris; las nues eran densas, las estrellas brillaban elegantes, y la luna, tenía el color -aunque desbanecido- de un vino, Malbec tal vez, con un ligero tinte rosado. Y tu, -porque aunque no parezca, yo lo sé mejor que tú- Te veías hermosa. Tus mejillas estaban un poco sonrojadas, el rubor era tal vez por el clima, tus ojos brillaban, irradiaban hermosura, tus labios de color natural, tenian un ligero encantamiento en ellos que me enloquecía, y el negro te quedaba sencillamente precioso. Traías un listón rojo para detener el cabello, el cual, como si nada, se seguía moviendo impulsado por el viento que soplaba alegre: No te hacía caso.Tus uñas, negras también, parecían como un espejo de mi alma, más oscuras que el mar, contrastaan muy bien con tu color de piel. Y había algo en ti que simplemente me enloquecía aún más que de costumbre. Tal vez por eso, me decidí a actuar, no sé. No sé.
¿Sabes? Creo que algo se comió nuestra voz mientras caminábamos a casa, porque no pronunciamos palabra alguna. Mano a mano caminábamos mecánicamente, aveces nos mirabamos a los ojos, otras veces te abrazaba y caminábamos así hasta estar a punto de caernos; los dos sabíamos cuando parar y seguir caminando con normalidad. La sonrisa en tus labios era suficiente para saber: 'Te vas a caer, y yo contigo, es suficiente' Y después de un corto -pero mágico, como siempre- beso, seguíamos nuestro camino. Tal vez pensabas en qué pensaba yo. Y en lo único que pensaba no se te habría pasado jamás por la mente: Pensaba en ti.Yo... pensaba que tú pensabas en qué pensaba yo. Lo sabía,
En verdad, ese listón en tu cabello me hacía pensar: El rojo te va muy bien. Pero ya no estaba ahí, lo quitaste porque no estaba haciendo su labor, medio enojada. Yo sonreí con un ligero toque burlesco, y acaricié tu rostro, moviendo tu cabello detrás de la oreja; te sonrojaste, te abracé. Un último beso antes de caernos.
Al caer se ensució mi ropa, pero no importaba; siempre estaba sucia, caiste encima de mí así que no te pasó nada. Sonreiste diciendo: ¡TE LO DIJE! yo simplemente te ayudé a parar, y me golpeé la cola para sacudir el polvo. Me miraste con cara de: Yo te ayudo, después te reíste como diciendo: En realidad no te ayudo, y seguimos caminando: Llegamos a casa.
Entraste, prendimos las luces y fuiste a la habitación, mientras tanto yo puse algo de música; Lizt. Serví Merlot, y te esperé de píe todavía. Me quité los zapatos y los voté muy lejos para ocultar el apestoso olor de mis píes. No, es broma; fue por movimiento reflejo, costumbre, mis píes no olían a nada; Eso sí, rompí un florero... Menos mal los acordes de Yundi Li no te dejaron oir nada. Nada más que La Campanella obviamente, ya había cometido muchas torpesas hoy, bueno, no muchas; las mísmas -calculo- que todos los días, pero todos los días hacía muchas torpezas así que... En fin.
Traías tu Pijama, parecías Campanita, pero con el cabello negro. Saliste sonriendo, como pensando: ¡Rompiste un florero idiota! -creo- y un poco más sonrojada que de costumbre; tantos meses viviendo juntos, y aún te sonrojabas, ¿Había algo más adorable que tú? No. Y cuando intentabas hacerme ver, que segun tú habían miles de cosas más adorables; lucías aún más adorable.
En todo caso, aún no se por qué, te dirijiste directo a mi, con esa sonrisa cegadora y paralizante, y cruzaste tus brazos detrás de mi cuello, mordiste mi labio, el de abajo, hasta que salió sangre, y cuando tus labios se tiñeron de rojo, pasaste lentamente tu lengua por tus labios, recogiendo la sangre. Casi morí en ese momento. Muchas sensasiones al tiempo, todas relacionadas contigo. Al ver eso mi adrenalina subió; creo que la endorfina y testosterona también, y obviamente mis niveles de fenil-etil-amina estaban al máximo; todo gracias a ti. Eras como una especie de droga, y la droga te mata. ¿Entiendes? Ser mi droga, mi amor, mi todo, era una especie de suicidio. Un suicidio que habíamos aceptado los dos sin tituvear.
Mientras pasaba el tiempo, La Campanella había acabado, y ahora sonaba la 'Fantasia' Improntu, era un disco con una mezcla de Yundi Li que habíamos comprado una vez después de un recital de él.
Se acabó el vino. Fuí por más, me detuviste. Solo importabamos tu y yo en ese momento; y mientras estaamos así, entrelazados en ese abrazo infinito, besaba tu cuello; luego te decía al oido todo -en realidad no todo, solo lo que podía expresar en palabras- lo que significabas para mi. Suspirabas. Aunque lo hacía de forma muda, creo que los suspiros que viajaban desde mis labios, por tu cuello y tus oídos, te transmitían todo lo que quería decir: Seguíamos mudos.Cuando acabó la Fantasía fui por más vino, mientras tu tenías los ojos cerrados. En ese momento sonaba el Concierto para Piano y Orquesta No. 1 de Chopin, ¿Por qué comenzó por el segundo movimiento? No importaba. No te diste cuenta pero, cogí un cuchillo. La sangre iba demasiado bien contigo, y te había hablado de forma inconcreta innumerables veces de la muerte, de morir, y ese día era el momento en que mis palabras y mis actos encontrarían coherencia. Hoy me doy cuenta que prefiero ser incoherente. Pero ya es demasiado tarde.¿Sabes? No es tarde porque hayas muerto. Es tarde porque yo sigo vivo.
Te abracé por la espalda, te entregué la copa. Bebiste, las dejamos caer, no se rompiero por la alfombra. Mientras te abrazaba en un último beso; y tu cuello se mostraba hacia mi, irresistible y alargado, con el afilado cuchillo desgarré tu cuello, no del todo; de forma delicada. Pero había cortado la arteria. Te desangrabas, no dijiste nada, no dejaste de besarme. ¿Qué pasaba por tu mente en ese estado de consciencia alterado al perder 10% ~ 30% de sangre? Nunca lo sabré.Mientras el sabor de tu sangre inundaba mis labios, y el suelo, tu piel y tu pijama se manchaban de carmesí, la vida salia con el último beso por tus labios, al salir arrebató la mía, pero no lo hizo del todo: No le alcanzó el tiempo. Caiste muerta, junto a la última nota del segundo movimiento. Fue una muerte hermosa y simétrica. Pero incompleta; vuelvo a decir: Yo sigo vivo.
Creo que, en efecto eras veneno, y lo sigues siendo, solo que no hizo un efecto debastador en vida. Pero ahora, muerta, era in-imaginablemente destructivo. Te llevaste parte de mi vida al morir, ¿Por qué no la tomaste completa si era toda tuya? Tal vez no la viste necesaria en ese sendero de muerte... tal vez no era necesaria. Tal vez fue la mala suerte. O tal vez 'crimen y castigo' en verdad era una ley universal así como las termodinámicas.
Creo que alguna vez hace algunos años en Agosto del 2010 -¿Cuánto tiempo habrá pasado?- Te hablé de cómo sería mi vida sin ti. Estaba equivocado. No estaba ni cerca. Ni el 10%. Ni siquiera hoy, aquí, te puedo explicar cuan triste es vivir sin ti, a mi... no me queda nada. ¿Por qué? Porque tu eras mi todo. Hoy... solo puedo decir que no vivía para matarte. Vivía para morir contigo. Ahora no deseo morir, porque no puedo morir a tu lado. Ahora solo deseo despertar en otra realidad junto a tí. No importa si para morir, o para vivir todos los días: No importa. sólo importa estar juntos, solo importa que seas mi complemento, solo importa besarte una vez más, un último beso dividido en quincemil.
Todo está dicho, el ácido que cae me derrite. Me iré hoy, pero volveré mañana a seguir teniendo la ilusión que estas a mi lado. Que tu esíritu saldrá de la tumba y se robará mi soledad, te materializará con ella y estarás junto a mi. No va a pasar.
Hasta mañana, y hasta nunca, amor. Porque aunque muera en esta vida. Ya estarás demasiado lejos en el reino de la muerte, para que te vea algún día. Espero amanecer en otra realidad. Espero que sólo tú seas mi realidad. Espero que ese vacío que quedó en mi alma cuando te desbaneciste de esta vida, se expanda hasta que me desaparesca a mi también. Solo espero... Volver a susurrarte al oido: Te amo. Te amo. Te amo...